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Lamentable que algunos lleguen al absurdo de solicitar la intervención extranjera.
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CNTE
El infierno está lleno de buenas intenciones.
“Gobernar es hacer descontentos”, decía Anatole France. Y, sin duda, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto cosecha ya un número importante de descontentos.
A nadie debe sorprender que los reclamos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), despojada del bastión que le allegaba millones de pesos, encuentren el respaldo de Morena y muchas otras organizaciones adversarias del gobierno peñista.
Unas por razones ideológicas, ésos que a veces fueron llamados “prófugos de Kremlin”, por su congénita nostalgia por el socialismo real aplastado cuando cayó la URSS. Otros por simple oportunismo de coyuntura política.
Los de más acá, simplemente porque detestan al presidente y al PRI. Como aquéllos que en 2000, triunfador Vicente Fox en la elección presidencial, cuando les expresé mi inquietud sobre qué ocurriría a México con el nuevo mandatario, me respondieron: “No importa que a México se lo lleve el carajo, lo importante es que ya sacamos al PRI de Los Pinos”.
En esos sectores de la sociedad está el respaldo a la CNTE, como eje de un movimiento antisistema, sin importar las practicas gansteriles de los líderes de la disidencia magisterial o la explotación y manipulación de sus militantes. A ésos, como dijera Jardiel Poncela en La Tournèe de Dios del diablo: “a ése ya lo dejé por imposible”.
Ah, pero están los otros, los bienintencionados que sirven de compañeros de viaje a los grupos interesados en debilitar este gobierno de la república y al que venga.
Son grupos internos y grupos externos. Lamentable que algunos lleguen al absurdo de solicitar la intervención extranjera. Y lo peor, hay muchos bienintencionados que se les unen, sin pensar que imitan a aquellos mexicanos que en el siglo XIX acudieron al Castillo de Miramar a invitar a Maximiliano de Habsburgo a ser emperador de México para resolver nuestros problemas y hacer de México una nación civilizada.
Quizá porque soy de otra generación, me niego a convocar a los extranjeros para resolver nuestros problemas. No creo que sea moderno comportarse como quienes fueron, sombrero en mano, al Castillo de Miramar.
jfonseca@cafepolitico.com