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Hay varias formas de gobernar, pero todas requieren de buenos políticos. Los priistas están dejando ir al mejor que tenían.

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Beltrones y el contexto

Sorda y ciega, enajenada por el boato, afanosa de riquezas y ajena a los grandes males del pueblo mexicano, la llamada clase política mexicana se hunde en una profunda crisis moral, existencial y sobre todo política. El estrato gobernante no gobierna, no sabe ni puede, deja crecer los problemas y cuando le estallan en la cara ordena matar ciudadanos.

Todo Estado requiere de la fuerza para garantizar el ejercicio de la política, pero en ausencia de la política, la fuerza se convierte en un arma estéril que mata a los de afuera pero hiere a los de casa, los desnuda, los muestra en toda su incapacidad, pues los gobiernos pueden permitirse muchas cosas, menos la falta de legitimidad.

Nuestros gobernantes no entienden que no entienden, como tan bien lo dijo un corresponsal. No tienen conciencia de los alcances de sus actos o de sus omisiones. El país se deshace, y no es metáfora. Regiones enteras del territorio nacional —el norte de Tamaulipas o el Triángulo Dorado, por citar sólo dos— son reinos de la delincuencia. Ahí no hay Estado o lo que hay, lo que resta del Estado, se halla bajo el mando de fuerzas ajenas al orden constitucional.

Por todos lados se producen brotes de inconformidad o de violencia ante la incapacidad de los gobiernos locales. Cual bomberos, van entonces la policía federal, el ejército o la armada y ponen a todo el mundo en paz. Al día siguiente se van porque deben atender otras rupturas del orden y las cosas vuelven a lo que eran. Y eso, por supuesto, es en todo caso labor de bomberos, no de un gobierno digno de ese nombre.

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Para afrontar los problemas se opta por las soluciones autoritarias o por la grilla de baja estofa. Buen ejemplo de lo anterior es la llamada reforma educativa, tramada, acordada y realizada a espaldas y en contra de los únicos capaces de aplicarla, que son los propios maestros, a los que alegremente, con la sucia complicidad de la Suprema Corte, se les priva de derechos en nombre de una evaluación burocrática, punitiva y canallesca.

El resultado está a la vista. El sur del país se encuentra en llamas por culpa de un secretario de Educación inepto y autoritario. Su profunda ignorancia del ámbito educativo demuestra que no siempre sirven los títulos universitarios, los posgrados y los estudios en el extranjero. Lo que natura non da, Salamanca non lo presta.

Frente a la muy explicable rebeldía de los profesores, el gobierno sólo atina a decir que acepta el diálogo, pero no sobre el tema central de la disputa, pues la ley es la ley y no se negocia, dicen con ufanía, cuando ellos mismos se encargan de violarla en múltiples formas, por ejemplo, matando ciudadanos inermes, como ocurrió en Nochixtlán, Oaxaca.

Cuando todo indica que el país entero se despeña en la ingobernabilidad y en la violencia, se requiere de capacidad política para hacerle frente a la situación. La derrota del PRI en las recientes elecciones es el castigo que han aplicado los ciudadanos a quienes han hecho del gobierno coto de su derroche, su corrupción y su notoria incapacidad.

La renuncia de Manlio Fabio Beltrones a la dirección del PRI es un acto de vergüenza y dignidad política que debieran imitar varios gobernadores, secretarios de Estado y aun más allá. Después de la derrota electoral, el sonorense se va, pero deja muy claro que la gente está harta de la corrupción y la impunidad, pues —citó a Luis Donaldo Colosio— “lo que los gobiernos hacen, sus partidos lo resienten”.

Beltrones se despidió de la dirección partidaria, pero dejó en claro que la derrota electoral es la sanción de los votantes “a políticos que incurrieron en excesos, conductas no transparentes ni responsables” y llamó a “actuar con determinación para premiar, corregir y sancionar conductas irresponsables”.

Tradicionalmente, en el PRI se va un dirigente y llega otro sin que las cosas pasen a mayores. Esta vez será diferente. Es tan grave la situación del país y tan necesarias las artes de la política, que el orden general va a resentir la ausencia del exgobernador de Sonora. Hay varias formas de gobernar, pero todas requieren de buenos políticos. Los priistas están dejando ir al mejor que tenían (pese a la derrota).