UNA LÁGRIMA RESPLANDECIENTE E INMORTAL
EN LA MEJILLA DEL TIEMPO
El monumento al amor construido por el emperador Shahjahan es tal vez considerado como el más grande símbolo de amor, en cualquier parte del mundo. La huella que deja en el visitante es impresionante y va mucho más allá de cualquier descripción. Como el edificio más fotografiado del mundo, su imagen se ha visto en casi todos los rincones del globo. Mientras que las imágenes mismas son muy apreciadas por casi todo el mundo, el efecto contundente del monumento, así como la majestuosa estructura, hecha de mármol blanco, especialmente a la luz de luna llena, dice mucho de la dedicación al amor del emperador mogol. Cuando el presidente Kennedy de EE.UU. visitó el monumento, dijo que sólo había dos tipos de personas en el mundo: Los que han visto el Taj Mahal y los que no lo han hecho aún.
Ha sido definido de varias maneras, por ejemplo “la visión materializada del amor”, “un poema en piedra”, “un sueño en mármol”, “un noble tributo a la gracia de la feminidad india”, “una lágrima resplandeciente e inmortal en la mejilla del tiempo”, “un monumento al amor” o “una maravilla del mundo”.
El Taj Mahal es representativo de la gloriosa era mogól y es un regalo único del periodo medieval del pueblo de la India. Situado en la orilla del río Jamuna en Agra, fue construido por el quinto emperador mogól Shah Jahan que reinó de 1628 a 1658 y que fue derrocado por su hijo Aurangzeb y hecho prisionero durante ocho años en el fuerte de Agra donde murió en 1666.
El nombre de una de las siete maravillas del mundo, el Taj Mahal, significa “palacio de la corona” y es una versión cambiada de Rauza-e-Mumtaz Mahal (“Tumba de Mumtaz Mahal”)
Este palacio puede estudiarse desde diversos ángulos, en estas líneas me referiré a la historia de su construcción y sus leyendas. El nombre completo el emperador Sha Jahan era Shahbuddin Mohammed Shah Jahan. Tenía cuatro esposas, pero la más amada era la menor, Arjumand Banu Beghún. El emperador le había conferido el título de Mumtaz Mahal, “la elegida del palacio”. Existe una bella leyenda sobre su primer encuentro. “Dicen que se conocieron en una Mina Bazar, una feria donde las mujeres de la nobleza vendían artículos de valor y los únicos compradores del sexo masculino eran el rey y los príncipes. En esa ocasión, el príncipe Khurram (que luego sería emperador Shah Jahan), se acercó al puesto atendido por la bellísima nieta del Primer Ministro Itmad-ud-Daulah. Ante la pregunta del príncipe sobre qué tenía para vender, la joven le mostró un cristal de azúcar diciendo que le quedaba solamente aquél “brillante” que valía 225000 rupias. El príncipe pagó el precio, perdiendo no solo el dinero sino también su corazón.”
Se casarón el 30 de abril de 1612 cuando ella tenía 19 años y él 21. Esta feliz unión pronto se vio nublada por largos años de lucha por el trono hasta conseguirlo en 1628. Ahora si tenían la vida realizada y podían gozar todo lo que la riqueza y la juventud podría proporcionarles. Tenían en sus manos uno de los imperios más poderosos del mundo. Parecía que nada les hacía falta. Pero la vida les jugaría otro destino. En junio de 1631, cuando la pareja se encontraba de campaña en Burhanpur en Madhya Pradesh, a unos 100Km. de Agra, el día 17, al dar a luz a una niña, Mumtaz Mahal sintió que había llegado su fin. Según cuenta la tradición, “ella había escuchado el llanto del feto por nacer lo cual le hizo creer que no sobreviviría al parto, que era su decimocuarto.” Según Abdul Hamid Lahori, un historiador contemporáneo, “cuando la Beghún sintió su fin próximo, envió a la princesa Jahan Ara a llamar al emperador quien llegó inmediatamente, lleno de preocupación y tristeza. Después de pedirle que cuidara de sus hijos y de sus padres, la emperatriz emprendió su viaje final. …”
Fue un golpe muy duro para Shah Jahan. Se dice que en una sola noche sus cabellos encanecieron, que parecía desconectado del mundo y que no comía ni bebía. Envuelto en la depresión buscaba algo a que aferrarse y poco a poco surgió en su mente la idea de inmortalizar a su amante a través de un monumento tan bello como la misma Mumtaz Mahal, y tan duradero como su propio amor hacia ella. Entonces la tristeza cedió el lugar al entusiasmo por diseñar un mausoleo que no tuviera rival en el mundo entero.
Los restos mortales de la emperatriz, quien había sido enterrada en el lugar de su muerte, fueron trasladados en diciembre de 1631 y sepultados provisionalmente en un rincón del jardín del Taj hasta que las obras del mausoleo estuvieran terminadas. Entonces Arjumand Banu recibió al fin su lecho eterno en el centro exacto del edificio.
La construcción había comenzado en el año 1631 pero a pesar del interés personal del emperador, el trabajo fue lento ya que el mármol tenía que ser traído de las lejanas canteras de Makrana en Rajasthan (unos 350 Km.). Obras contemporáneas mencionan un incidente al respecto. En un momento determinado tuvieron que suspender la construcción porque habían dejado de llegar las caravanas de camellos que transportaban el mármol. Al investigarlo, el emperador descubrió que los proveedores no habían recibido el pago por algunos lotes previamente enviados. Ni que decir que se tomaron estrictas medidas para asegurar que no volviera a suceder esto en el futuro.
No solo el mármol era llevado desde lejos sino también los 43 tipos de piedras preciosas requeridas para las incrustaciones. La turquesa, por ejemplo, procedía del Tibet, al ágata del Yemen, el lapislázuli de Sri Lanka, el coral y la coralina de Arabia, el jade de China, el ónix de Persia y la malaquita de Rusia.
Pero quizás la razón más importante de la lentitud del trabajo fue la perfección exigida en cada una de las piedras que se colocaban. Cada incrustación, cada relieve, cada celosía da la impresión de que su creador la haya considerado como su obra maestra y puesto su corazón en él. Así pues se tardó nada menos que 22 años en construir y decorar todo el complejo; 17 años para el Taj Mahal propiamente dicho y 5 años más para los edificios secundarios. Trabajaron en el proyecto unas 20 000 personas, incluyendo los artistas que tallaron el mármol y los expertos en jardinería, en arquitectura y sobre todo en ingeniería.
Como es usual con las grandes maravillas del mundo, el Taj Mahal está asociado con algunas controversias, muchas de las cuales son mitos.
Su modelo fue hecho por un preso llamado Sufi Faqir quien lo había visto en un sueño; que Shah Jahan le había cortado las manos a los artesanos que trabajaron en el Taj Mahal después de que lo terminaron por miedo a que construyeran otro Tah Mahal que rivalizara con el primero; que una gota de agua, símbolo de las lágrimas de pena de Shah Jahan caía misteriosamente en la tumba de Mumtaz Mahal cada año, y algunas otras leyendas románticas que son contadas por la gente local. Ellos casi no distinguen entre los hechos y la ficción. Probablemente a los visitantes inocentes les gusta escuchar los mitos románticos de este maravilloso monumento al amor, sin embargo, estas historias no tienen un contenido histórico que garantice su veracidad.
Hay una historia popular repetida una y otra vez, que Sha Jahan originalmente planeó construir un segundo Taj Mahal de mármol negro que fuera su réplica exacta, del otro lado del río, opuesto al primero y conectados por un puente de piedra. Dice el viajero francés Tavernier: “Shah Jahan empezó a construir su propia tumba del otro lado del río pero la guerra con sus hijos interrumpió sus planes y Aurangzev (hijo de Shah Jahan), […] no está dispuesto a completarlo.”
Este hecho no es verdad y parece haber sido inventado en los últimos tiempos para darle un toque romántico a la construcción.
Los historiadores de la corte no mencionan esto ni siquiera remotamente. Algunos manuscritos persas, que contienen información de la construcción del Taj Mahal tampoco lo mencionan.
De cualquier manera el Taj Majal representa, fuera de su majestuosidad arquitectónica y los singulares trabajos de ingeniería realizados en su construcción, un cúmulo de belleza que siempre, de manera inmediata, se relaciona con el amor, y que indudablemente puede ser traducida en obras de diversa índole. Desde un documento referente histórico que refleja las características de una sociedad y una época, hasta motivo de creaciones artísticas.
Es evidente que la belleza visual del Taj Mahal no puede excluir la historia de Shah Jahan y Mumtaz Mahal y todas las historias y leyendas a su alrededor. Sean estas ciertas o ficticias representan un mosaico de sentimientos propiamente humanos que hoy y en todos los tiempos nos mueven a realizar actos, obras, creaciones maravillosas que en otras circunstancias seríamos incapaces, incluso de concebir.
Obras consultadas en la Biblioteca del Centro Cultural de la India en México “Gurudev Tagore”:

