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Estamos frente a lo que muchos llaman la democracia comprada, la democracia que depende de cuántos millones de dólares gasta cada candidato.
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Entrevista a Laura Carlsen | Directora del Programa de las Américas | Exclusiva Siempre!

Cada cuatro años, las elecciones en Estados Unidos se convierten en un escaparate interesante para los analistas internacionales, especialmente para los politólogos y sociólogos. Los mecanismos que suelen usar los candidatos para hacer sus campañas electorales han variado a lo largo de las décadas, desde los años treinta, cuando los aspirantes al poder ofrecían soluciones a problemas inmediatos de la población como el desempleo o el desabasto de servicios, hasta la actualidad, cuando éstas lucen más como un espectáculo mediático que como una promoción política que busca atraer el interés y apoyo de sus seguidores.

De hecho, esta misma palabra de seguidores surgió precisamente del sistema electoral, donde ahora cualquier persona que tenga una cuenta en algún portal de redes sociales puede promoverse en la sociedad como si fuese un político o estadista importante, aunque a escala casera, doméstica o publicitaria.

Todas las elecciones tienen el mismo problema: cómo hacer para lograr que cada día se sumen más simpatizantes a las causas de los candidatos contendientes a algún cargo público. Aquí es donde empieza el problema, y la solución se sale del cauce normal que ha tenido una campaña electoral normal, donde privaban más los razonamientos y propuestas que las consignas alusivas y ataques personales contra la imagen de los contendientes o las comunidades.

Según algunos estudios sociopolíticos, la tendencia actual de las elecciones estadounidenses ha tenido que evolucionar en una forma inversa a la normalidad, muchas veces vista como una eventualidad triste y sin emociones hacia algo más expectante, llamativo y hasta provocativo.

El papel del dinero

“Entre candidatos y debates es algo normal que haya ataques y que busquen puntos débiles para ridiculizar a los demás, lo hacen para ganar puntos entre el público”, afirmó Laura Carlsen, directora del Programa de las Américas, en entrevista vía telefónica para Siempre!

“En ese sentido, no ha sido una campaña particularmente sucia o manipulada, a excepción por supuesto de algunas declaraciones hechas por Donald Trump que, en su caso, ha hecho a un lado temas de interés publico, para exponer puntos de ataque a sus rivales. Donde Hillary Clinton o Bernie Sanders ven propuestas como el control de armas y otros, Trump tiende a hacer ataques más emocionales y casi infantiles, que van muy de acuerdo con su personalidad, usando sobrenombres, insultos y declaraciones absurdas sobre virilidad y ese tipo de cosas”, comentó Carlsen.

En la actualidad, las campañas se han vuelto más amplias en recursos e intenciones, pues van desde exhibir a los candidatos en lugares populares como un restaurante o un hospital, hasta adoptar las tendencias de grupos extremistas y abrigar sus necesidades como si fueran su bandera común. Presentarse en programas noticiosos para chancear con un conductor en boga como Larry King, y aprovechar su audiencia o inducir a las masas con una actitud o imagen de estrella de cine para atraer las preferencias, son sólo algunas de las estrategias que muchas personalidades han estado realizando en los últimos años.

Esto es algo a lo que se le ha dado en denominar politaitment, que consiste en combinar la política con la tendencia mediática para lograr un impacto amplio y positivo en las preferencias, no sólo de candidatos que buscan un puesto público, sino de políticos que ya lo tienen, aunque con la finalidad de aumentar la popularidad de sus planes y programas, muchos de los cuales, se realizan con intereses o fondos ajenos que terminan socavando los compromisos adquiridos durante las campañas.

“En otros sentidos, el problema de las campañas electorales en Estados Unidos es y ha sido el dinero que las financian. Las leyes ahora ya permiten los Super PAC (que son grupos de apoyo a un candidato, los cuales se pueden organizar para pedir fondos y donaciones sin tener que revelar nombres. O que se esconden en organismos sin afán de lucro) y otras figuras en donde las grandes corporaciones transnacionales pueden tener una influencia en el desarrollo de la campaña y los resultados de las elecciones”, indicó la experta, quien también tiene una maestría en estudios latinoamericanos por la Universidad de Standford.

“Estamos frente a lo que muchos llaman la democracia comprada, la democracia que depende de cuántos millones de dólares gasta cada candidato. Una de las cosas interesantes de esta contienda ha sido el hecho de que Sanders ha logrado de alguna manera superar los obstáculos de candidatos como Hillary Clinton que tienen mayor apoyo de la clase empresarial a partir de donaciones de grandes nombres y donativos pequeños; algo que también vimos en la campaña de Obama desde 2008. Sin embargo, el problema del financiamiento de las campañas es muy grande, así como el papel de los medios que dependen de esto y que es donde se hace la mayor parte de las cantidades de dinero. Esto también ha tenido un impacto mucho más allá de lo que debe ser un asunto de preferencia entre una sociedad bien informada”.

Donald Trump

Donald Trump

Campañas de contenido vulgar

A unos meses de que se decida formalmente quiénes serán los candidatos que buscarán la presidencia de la Unión Americana, las campañas electorales siguen mostrando una vulgaridad sin precedentes, basándose más en ataques a los contrincantes y en declaraciones irracionales con los que buscan lograr mejores posicionamientos en la carrera presidencial. Eso con la clara finalidad de enaltecer los ánimos y las emociones.

“Han sido campañas muy polarizadas. Por un lado, un socialista y por otro, un Donald Trump que no se sabe bien cómo caracterizarlo, tal vez como un conservador empresarial con opiniones racistas y xenofóbicas. Estamos viendo una competencia con un rango muy amplio. Por otra parte, resulta interesante desde el punto de vista sociológico que, en gran sentido, lo atractivo tanto de Sanders como de Trump con Hillary en el centro, es que tienen razones muy parecidas. Los dos están cosechando con un tono de mucha inseguridad, de debilidad económica, laboral y en otros sentidos, así como un voto por el cambio; un rechazo a lo que ha sido la política establecida y normal de Washington”, explicó Carlsen.

“Nadie entiende a fondo las razones por las cuales se van en sentidos contrarios, pero tiene que ver muchas veces con la misma inseguridad que se vive, con la crisis en la comunidad y la coherencia social en Estados Unidos”, dice la especialista.

“En ese escenario es donde vemos que el voto latino, más allá de los números, es muy importante y juega una parte estratégica, pues siempre ha sido más favorable a la tendencia demócrata. Ahora hay latinos que van a votar en contra. En esta ocasión se está jugando la capacidad de movilizar este voto más que nada. Eso implica tener que registrar y asegurar que la gente vaya a votar pues, según analistas, éste es el voto que puede hacer la diferencia entre Hillary y Trump”, agrega Carlsen.

A final de cuentas, las campañas electorales en Estados Unidos parecen ser más un momento de distracción que de reflexión y de toma de conciencia. Con esta base, no es de esperarse que también sea un modelo que se haya exportado a otros países, incluyendo México.

TLCAN, pretexto electoral

“Pasa mucho que los candidatos prometen todo. Lo vemos en México también, y después no tienen la mínima intención de cumplir su palabra. El caso en que pienso, que va a pasar lamentablemente en estas elecciones, es la promesa de no apoyar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Lo mismo hizo Obama, quien salió en contra del TLCAN en su campaña con la promesa de renegociar el TLCAN y resulta que no lo hizo. Es interesante que el TLCAN se olvida por años a pesar de ser tan importante para la economía estadounidense no sólo como TLCAN sino como emblemático del modelo neoliberal y, de repente, se vuelve tema para las campañas”, explicó.

“Los candidatos lo usan para decir que están en contra, que crea un impacto negativo en la economía, que afecta los empleos de los estadounidenses, pero cuando pasan las elecciones, como seguramente será el caso de Hillary, vuelven sus lealtades a las clases empresariales que han insistido tanto en los tratados de libre comercio y el modelo neoliberal”, puntualizó.