Hace seis años, México perdió a su más importante escritor e intelectual contemporáneo y muy probablemente uno de los mejores de la lengua española. Me refiero a Carlos Monsiváis Aceves (Ciudad de México, 4 de mayo de 1938-19 de junio de 2010), fallecido a la edad de 72 años. Estudió Economía y Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde por muchos años fue docente y director del programa “El cine y la crítica” en Radio UNAM. En alguna ocasión, el también escritor Adolfo Castañón mencionó acerca de Monsiváis que era “el último escritor público en México”, debido no sólo por su cercanía con la gente, sino porque casi todos los mexicanos lo han leído, escuchado o visto físicamente.

Este representante de la cultura popular mexicana, observador-cronista de la Ciudad de México y padre de la crónica moderna, se interesó desde muy joven por el cine, el arte, la cultura popular, la poesía, la cultura, la contracultura, la política y los movimientos sociales. Todo ello lo dejó plasmado por escrito en infinidad de revistas, periódicos, semanarios, suplementos culturales y, por supuesto, en sus más de 50 libros publicados. Su estilo crítico, irónico y ácido lo manejó con excelencia en los géneros que trabajó, tales como la crónica, el ensayo, la narración, el cuento, la fábula y el aforismo, todo gracias a su escucha, curiosidad y gran capacidad de observación, pero sobre todo, al manejo extraordinario del análisis y la síntesis. Fue calificado como un escritor excéntrico y ubicuo por sus opositores, especialmente por Octavio Paz en una larga polémica.

Su mayor historial escrito lo podemos encontrar en las páginas de El Universal, Novedades, El Día, Excélsior, unomásuno y La Jornada, así como en las revistas Siempre!, Revista de la Universidad de México, Proceso y Nexos. Su columna periodística más leída fue “Por mi madre bohemios” que publicó por casi treinta años. Sería necesario mucho espacio para citar todas sus obras publicadas, pero destacan: Principios y potestades (1969), Características de la cultura nacional (1969), Días de guardar (1971), Amor perdido (1976), Nuevo catecismo para indios remisos (1982), De qué se ríe el licenciado (1984), Entrada libre (1987), Escenas de pudor y liviandad (1988), Historias para temblar (1988), Frida Kahlo: una vida, una obra (1992), Los rituales del caos (1995), Aires de familia (2000), Pedro Infante, las leyes del querer (2008), sin olvidar La poesía mexicana del siglo XX (1966, 1979, 1985), entre otras muchas más.

El gran amigo de José Emilio Pacheco, Sergio Pitol y Elena Poniatowska, recibió infinidad de premios por su obra escrita, como: El Nacional de Periodismo, Mazatlán, Xavier Villaurrutia, Lya Kostakowsky, Anagrama de Ensayo, de Literatura Latinoamericana y del Caribe “Juan Rulfo”, así como algunos doctorados Honoris Causa, como el de la Universidad Veracruzana en el 2007. Carlos Monsiváis participó en infinidad de foros académicos, culturales y políticos al lado siempre de la gente común, los estudiantes, la izquierda y los trabajadores, criticando siempre los abusos de poder del Estado y la burguesía empresarial. Su legado lo podemos encontrar actualmente en la Ciudad de México en el museo “El Estanquillo” que fundó junto con sus familiares y amigos cercanos. Quienes hemos sido fieles lectores de Monsiváis lo seguimos extrañando. Era punto de referencia ante cualquier hecho o fenómeno social o cultural en México. Estábamos en espera de sus atinadas palabras para seguir adelante ante tanta injusticia, ante tanta maldad, ante tanta inexperiencia, pero sobre todo, ante tanta irracionalidad por parte de la gente en el poder.

 

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