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El tricolor perdió porque algunos de sus gobiernos han sido nefastos, corruptos y represores; Javier Duarte es una prueba irrefutable.
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Triunfalismo desbordado
Una prolongada resaca se vive en los partidos políticos tras los comicios del domingo 5 de junio, las lecturas e interpretaciones al respecto son variadas, desde las ópticas sensatas hasta las más exacerbadas vinculadas a los afanes triunfalistas como si la política fuese una ciencia exacta.
En los últimos días algunos opinadores han expresado que la debacle del PRI se debe a que la Iglesia católica operó en contra porque está en abierto desacuerdo con la iniciativa del presidente Enrique Peña Nieto a favor de las bodas entre personas del mismo sexo. No sé por qué buscar pretextos, el tricolor perdió porque algunos de sus gobiernos han sido nefastos, corruptos y represores, ésa es la verdad, Javier Duarte es una prueba irrefutable.
Ahora que las constantes —una vez consumada la jornada electoral— son la alternancia, la suciedad electoral y la incertidumbre, porque no existe un destino manifiesto por más triunfalismo o pesimismo que se expanda a través de los interesados y se remarque a diario.
Don Jesús Reyes Heroles, uno de los más significativos ideólogos del siglo XX señaló en su oportunidad que en política no debe haber ilusos para que no haya desilusionados; el PRI fue derrotado, los votos del hartazgo le propinaron un revés que caló hondo en el ánimo tricolor, en varios casos los verdugos tienen la procedencia priista como Miguel Ángel Yunes Linares o Carlos Joaquín González.

Más allá de los resultados que hicieron quedar en ridículo, por enésima ocasión, a las empresas encuestadoras, lo que habría que destacar es el nivel en extremo soez de las campañas, las calumnias y señalamientos no cesaron con un gran caudal desinformativo.
Parece que en cada edición electoral la suciedad se incrementa, ya las ideologías hace mucho tiempo colapsaron porque los partidos actúan como simples franquicias que trazan la ruta por el poder sin mayores contenidos, derecha e izquierda se hermanan por los votos, otros institutos se aferran a los más grandes para sobrevivir.
Manlio Fabio Beltrones, el dirigente del PRI y reconocido operador político, perdió su apuesta, en entidades como Veracruz su partido registró resultados adversos por vez primera, aunque se anticipaba el desenlace porque el aún gobernador Javier Duarte fue una carga aparatosa, individuo impresentable del que, inexplicablemente, el tricolor no se deslindó.
En Tamaulipas fue burda la campaña diseñada por el PRI incluso se valió de fotomontajes, en esa tierra norteña los gobernantes han sido nocivos, algunos tienen líos con la justicia, el actual es impersonal porque nunca da la cara.
El PAN que se distancia mucho de sus orígenes y la mística impregnada por Manuel Gómez Morin, la profecía de Daniel Cosío Villegas al señalar que una vez que Acción Nacional ganara el poder perdería el partido pareció cumplirse en los gobiernos de Vicente Fox que no pasó de vender expectativas y con Felipe Calderón se recuerda la guerra contra el narco, además de poner y quitar dirigentes en el albiazul, como lo hicieron los mandatarios del PRI.
El PAN está de regreso con una alianza con el PRD, aunque tengan agendas programáticas disímbolas en varios temas, el triunfalismo desbordado puede conducir a la soberbia que suele provocar serios reveses como lo ilustra a cabalidad la historia.

