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El reto mayor es rediseñar el partido en un formato que le dé gobernabilidad interna, la cual hoy no está garantizada.

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La nueva presidencia del PRD

 

El pasado sábado 16 de julio el Consejo Nacional del PRD eligió a su nuevo dirigente nacional para la conclusión del periodo 2014-2017, en un contexto de profunda crisis de identidad, financiera y estructural. Una crisis que se construyó desde hace tiempo, que es cada vez más compleja, pero que requiere una respuesta inmediata y contundente. La administración del conflicto sólo la profundizará.

Por ello la llegada de Alejandra Barrales a la dirigencia del partido debe marcar el principio de una nueva etapa para el PRD, sobre todo porque ha tenido experiencia como dirigente del partido en la Ciudad de México y como coordinadora de la Asamblea Legislativa. La votación obtenida de más de 80% (264) de los sufragios de los consejeros perredistas refleja un amplio consenso.

El nombramiento representa la llegada de alguien que conoce el PRD. Su liderazgo es innegable, así como su capacidad de operación adentro de las corrientes. Su nombramiento ha generado optimismo, ya que significa el regreso de un dirigente militante del partido.

Sin embargo, la nueva dirigencia enfrentará grandes retos que serán determinantes para el futuro de la izquierda y en especial para el PRD. Su dirigencia tendrá que resolver desafíos como: construir la identidad y sentir de pertenencia del partido en un contexto de necesidad de las alianzas. El partido necesita de ellas para crecer sin que signifique diluir su personalidad.

La siguiente apuesta es encauzar el PRD hacia una ruta de crecimiento político electoral. Pero el reto mayor que no admite dilación es rediseñar el partido en un formato que le dé gobernabilidad interna, la cual hoy no está garantizada.

3293Fernández

La crisis actual del PRD requiere una reflexión objetiva, honesta y serena que permita entender, explicar y reconocer aciertos y errores, pero también ajustar y construir. Abordarlo con seriedad implica reconocer la complejidad, los antecedentes, los factores externos e internos, los elementos estructurales y la coyuntura del momento. El partido está obligado a emprender un camino de adaptación a las condiciones políticas actuales. De mantenerse así corre el riesgo de ser una fuerza testimonial.

Si el PRD no emprende una reforma profunda, renunciará a un proyecto nacional que es necesario para el país y para una izquierda democrática, unida, progresista, dialogante y congruente.

El PRD no puede crear su estrategia política basada en quiénes serán sus aliados. No es un tema de posición de “descarte” o de “comodidad intermedia”, dado que la función política del PRD no la cumple ni el PAN ni Morena, por lo que es irrelevante con qué partido hacemos alianza, más aún si no hemos definido quiénes somos. La izquierda ha sido un actor relevante del cambio en México. Los avances en materia de derechos humanos, democracia, política social, reconocimiento de igualdad y diversidad no serían posibles sin la agenda programática de la izquierda institucional.

El tema de fondo es si podrá dar orden al partido en esta vorágine.

@LuisHFernandez

Senador de la repúblicadel PRD