La realidad describe el espíritu de una sociedad, y al hacerlo, al mostrar su riqueza y/o su pobre –adjetivos que no tienen que ver con lo monetario–, no sólo vemos su posible calidad de vida sino las venas de su verdad. Verdad que nos lleva a definir que como “humanos” hemos fallado, que el poder es una de las principales causas de los abismos que hemos cavado y, sin la menor intención por darnos cuenta de lo que sucede –porque el poder es un aliciente de ceguera–, la deconstrucción deja ver las grietas que ahora parecen perseguirnos, ¡que nos persiguen y nos alcanzan!
Carolyn Forché (Detroit, 1950) centró su labor poética en este ejemplar para deletrear la verdad, la verdad del dolor de una sociedad, la salvadoreña sobre todo, de los estragos que dejara su guerra civil. Desde una mirada presente, testigos pasos, la autora de Gathering the Tribes y The Angel of History, entre otros libros, toma los materiales de esos días para delinear el panorama del dolor, sufrimiento que lastima, injusticia que arde, realidad que destroza el espíritu y “lo mórbido desde una posición donde es posible la apertura a un panorama público, a una comprensión dolorosa del mundo”, como se menciona en la presentación del volumen que hoy nos ocupa. En efecto, es otra más, una más, comprensión dolorosa del mundo.
El país entre nosotros (Valparaíso, México, 2015. Traducción de Andrea Rivas), de Carolyn Forché, la voz de la poesía es un recorrido a la nación de la fe destrozada. En tres partes se agrupa este poemario y sin embargo es un solo poema tendido a lo largo de una realidad atroz. La memoria ha clavado sus raíces, en voz de Forché: “encarnar la memoria de una poeta”, para, primeramente, trazar una especie de diálogo con la joven de vestido blanco: “Tengo los párpados gruesos/ de una niña de fábrica eslava,/ el cabello pálido de la sangre mestiza”, y donde la patria se abre para atrapar la memoria y la fe “A mi país envío poesía en vez/ de pan, así que corto a través de la nada./ No doy nada, así que como ves, no tengo/ nada.// Deyá (Municipio de la comunidad autónoma de las Islas Baleares de España) tiene siete diferentes mantos/ de viento. El cielo los sostiene/ para ella, le ayuda a ponérselos./ Yo soy Xaloc (palabra catalana para designar al viento siroco), un viento/ del sudeste tan lejano/ como mi país y no hay nada/ que me ayude a entrar o salir de él.// Carolina, ¿sabes cuánto tiempo tarda/ una voz en alcanzar a otra?”. Así han de continuar otras y otros personajes de una realidad dentro –o atrapado– de un país entre nosotros, y del que Carolyn Forché se ha encargado en armar una maqueta y mostrarla con la pena que resiste lo terrible y temible por España, El Salvador, Alemania y la Unión Soviética, entre guerras civiles, la injusticia de los campos de concentración y la descripción del espíritu de la realidad, una verdad atroz.

