Durante décadas el sólo mencionar la palabra Rusia en Estados Unidos, era despertar sospechas de una posible traición a la patria. Estamos hablando de los tiempos de la Guerra Fría, que mantuvo a ambos países al borde un enfrentamiento termonuclear. A 70 años del inicio de esa contienda, Rusia se encuentra más viva en la política estadounidense que nunca, incluso en la actual carrera presidencial, donde el candidato republicano Donald Trump no ha ocultado su admiración al presidente ruso Vladimir Putin. En diciembre de 2015, Putin ni siquiera dudó en calificar al magnate rubio como “una persona brillante, muy pintoresco y con mucho talento”. La respuesta de Trump no se hizo esperar y éste le contestó: “Es un gran honor ser halagado de esa forma por un hombre tan respetado dentro de su país y más allá”.

Este tipo de elogios ha abierto en los medios comunicación estadounidenses una vertiente que se le ha denominado el “factor Putin” y que parece funcionar en favor del ahora candidato a la presidencia por el Partido Republicano, la bancada que precisamente fue la más reaccionaria contra la Unión Soviética durante los recalcitrantes años de la Guerra Fría. En febrero del 2016, Trump manifestó también que está dispuesto a establecer buenas relaciones con Moscú. En mayo pasado, dijo lo mismo del presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un.

Como ya lo informó recientemente Siempre!, previo a la Convención Demócrata, fueron filtrados más de 19 mil mensajes electrónicos que revelaban una campaña sucia contra Bernie Sanders, en favor de Hillary Clinton. Los metadatos de estos mensajes provenían de ordenadores rusos. Aunque no está demostrada una intervención directa de Rusia en este caso, al menos consiguió poner en aprietos a la ex primera dama, que ahora enfrenta la posibilidad de que la gente de Sanders vote en favor de Trump, como represalia por el complot contra el legislador por Vermont.

Según el analista geopolítico por la UNAM, Alfredo Jalife-Rahme, esa filtración puede inclinar la balanza hacia Trump, pues ocasionó una fuerte división entre los demócratas que evidenciaron el “basurero” que es la fundación Clinton. “Es un hecho que en Rusia no quieren a Hillary, porque se piensa que con ella va a resurgir la Guerra Fría. Trump por el contrario es pro ruso y ya hasta envió a un emisario al Kremlin para iniciar conversaciones preliminares con el presidente Vladimir Putin. De que con Trump va a haber un arreglo con Rusia; eso es una realidad”, afirmó Jalife-Rahme. “Sin embargo, considero que es un error decir que Putin está interviniendo. Lo que está pasando es que se trata de un elemento que se vende muy bien en la Convención Demócrata, pues ellos son rusófobos. A los demócratas les funciona manejar el miedo a una alianza entre Estados Unidos y Rusia”, precisó el experto.