El 6 de diciembre la oposición articulada bajo el paraguas de la Mesa de la Unidad (MUD) ganó claramente las elecciones parlamentarias en Venezuela con un 56% de los votos. El complicado sistema electoral venezolano, que favorece de manera desproporcionada al vencedor de las elecciones y que desde 1999 y hasta hace poco había ayudado a los chavistas a mantener una confortable mayoría parlamentaria, otorgó ahora una mayoría calificada con un quorum de 2/3 a la oposición; repentinamente los chavistas, acostumbrados al poder se vieron en un rol opuesto.

Rápidamente quedó claro que el presidente Nicolás Maduro no aceptaría como interlocutor al parlamento opositor, sino que emplearía la influencia que posee sobre el Poder Judicial, la administración y las fuerzas de seguridad para neutralizar a la oposición. Durante sus 16 años de gobierno, los socialistas habían colocado a miembros de su partido en cargos estratégicos de la justicia, el ejército, la policía y la administración, teniendo con ello un control prácticamente totalitario de estas instancias.

Como es conocido de otros sistemas autoritarios, se crearon estructuras paralelas para las instituciones ordinarias apartidistas, como por ejemplo a nivel local los llamados consejos comunales, con el fin de limitar las capacidades de toma de decisión de los consejos municipales y alcaldes electos y de este modo satisfacer la apetencia de poder del partido gobernante, mediante su imposición hasta el último nivel de la política y la administración. Los caros programas sociales que apenas llegaban a una parte de la población más pobre propiciaron la reducción de la pobreza y el crecimiento de la popularidad de los chavistas. Los altos precios de las materias primas a principios de la década permitieron al país petrolero implementar dichos programas de subvención y aseguraron a Hugo Chávez y a su sucesor Maduro un gran número de adeptos. Aquellos días han quedado atrás, la drástica caída del precio del petróleo en los mercados internacionales y la errada política económica intervencionista, junto con las restricciones cambiarias, han propiciado una situación de abastecimiento a la población cada vez más dramática. Ya desde hace varios años, los víveres, medicamentos y artículos de uso diario se han convertido en artículos escasos. La carencia ha devenido en hambre.

El alcalde opositor del -originalmente- próspero distrito de Chacao en Caracas, Ramón Muchacho, informa en Twitter sobre la desesperante situación “…hay gente “cazando” gatos y perros en las calles, y palomas en las plazas para comérselos”. Por indicaciones del Presidente la administración pública no labora los viernes con el fin de ahorrar energía eléctrica –situación que se antoja inverosímil en un país que posee una de las más grandes reservas petroleras del mundo. A causa de la grave situación de abastecimiento cada vez son más frecuentes los saqueos de negocios. La violencia y la criminalidad continúan agudizándose, el Observatorio Venezolano de Violencia estima que durante el 2015 hubo 25,850 asesinatos. De acuerdo con las estadísticas se cometen 90 asesinatos por cada 100,000 habitantes, un triste nuevo record para América Latina. La policía y el sistema de justicia no hacen frente a la violencia. Según las estimaciones de expertos independientes la inflación ascenderá este año a un astronómico 700%.