Tras la decisión de una exigua mayoría en Gran Bretaña, que optó por la salida de la Unión Europea, se multiplican las voces, sobre todo en los medios de comunicación, que buscan frenar la inmigración, supuesto problema principal de seguridad y de reducción de oportunidades para crecientes minorías nacionalistas que vociferan clamando por regresar a presuntos estados nacionales.

“They took our jobs”, expresa un personaje de la famosa serie estadounidense de dibujos animados, South Park, que se queja de la pérdida de empleos a manos de los inmigrantes. Algo más o menos así, está sucediendo en Europa y reproduciendo en los medios masivos, un evidente mensaje xenófobo, disfrazado de objetividad mayoritaria.

El voto del Brexit lo demuestra, la mayoría del 52 por ciento que votó por el divorcio con la Unión Europea, se concentra en zonas rurales, donde la población ha sido mayoritariamente conservadora, donde a los extranjeros se les perciben con desconfianza y donde se alcanzan cifras más negativas de paro.

Lo sucedido en el Reino Unido ha dado lugar a manifestaciones más agresivas de los minoritarios sectores racistas, no sólo en la isla británica, también en el continente. El aumento de esta presencia xenófoba se refleja, por ejemplo, en las redes sociales, donde los hechos de cada día, sobre todo los que tienen que ver con los actos violentos de extremistas o de desquiciados mentales, sirven rápidamente para avivar el fuego racista.

En cada país se adapta el discurso, en primer lugar se manifiesta el odio hacia los musulmanes, no importa si son refugiados, antiguos residentes o simples turistas,  luego el recelo a la  inmigración se trasmuta a todos los extranjeros, basta hablar un idioma o una lengua distinta, para expresar desconfianza, sobre todo, si no pertenecen a esa privilegiada minoría de personas pudientes.

Las redes sociales y algunos medios de comunicación se incendian con consignas xenófobas, en contra de la inmigración, primero la musulmana y luego contra cualquiera que sea pobre y venga de fuera. Por ejemplo, el joven alemán de 18 años, Ali Sonboly, que mató a nueve personas (la mayoría de ellas jóvenes) en un centro comercial de Múnich, cuando aún no se sabía con certeza si se trataba de un terrorista, en las redes, personas y algunos personajes de los medios ya lo daban por hecho, incendiando con sus palabras.

Los hechos, hasta el momento de cierre de este material,  muestran que el joven atacante, alemán de nacimiento, tenía problemas mentales y que muy probablemente planeó una venganza contra jóvenes de su misma edad. Han ocurrido otros ataques, algunos inspirados en el yihadismo, otros no. También han ocurrido otras masacres fuera de Europa, en Oriente Medio, en Estados Unidos, por ejemplo y entonces las redes y los medios no se alteran.

En voz baja se expresa: Mientras se maten allá, entre ellos o en Estados Unidos, donde ya sabemos que son muy violentos…

Que no vengan más, tampoco los extranjeros pobres. Artículos de opinión, por ejemplo en España, que piden se regule el turismo, que no se permita que vengan vagos, pobres, jóvenes sin duración, que sólo quieren beber y tener sexo, no importa que sean ingleses o alemanes o de cualquier parte.

Y mientras tanto, más de mil personas son rescatadas en un día por la Marina italiana y el recuento de muertos en lo que va del año, según la Organización Internacional de Migraciones, es de 2954 personas en aguas del Mediterráneo. Algunos buscan el naufragio de Europa, los cínicos quieren todo, turistas ricos, inmigrantes especializados, libertad de mercancías y de capitales, pero por favor que no vengan más pobres.”They took our jobbs”.