Cuando a Elena Poniatowska en el sexto aniversario luctuoso del escritor Carlos Monsiváis en El Estanquillo le preguntaron algo tan frívolo como que si alguna vez había bailado con él, ella contestó que lo que recordaba especialmente fue cuando la llevó a visitar un museo en Berlín y la deslumbró con todo lo que sabía.

Yo, entre el público, recordé al menos, tres ocasiones muy especiales relacionadas con el baile. Un vez, en Nueva York se le ocurrió que fuéramos Carlos, Carlitos Beltrán, mi mamá, mi hermana y yo a la Discoteque Arthur, propiedad entonces de Syvil Burton, ex esposa del famoso actor que por esos años protagonizaba su escandaloso matrimonio con Elizabeth Taylor, quien a su vez dejaba a su marido Eddie Fisher, quien por ella había dejado a Debbie Reynolds. Otra vez fuimos al Tiberios de Acapulco sin Javier, un amigo suyo entonces estudiante de pintura, porque Javier llevaba unos pantalones sicodélicos. Lo curioso es que ahora Javier, convertido en sacerdote, es responsable de la Pinacoteca de La Profesa, enfrentito del museo de Carlos, El Estanquillo. El cronista no se desvelaba por bailar, pero eso sí lo que más amaba eran las comedias musicales. En una foto excelente, que apareció en El Heraldo, estamos Carlos y yo bailando en casa del pintor José Luis Cuevas y en otra de esa misma fiesta aparecen las piernas de mi hermana, enfundadas en encaje blanco, que está sentada, vaya usted a saber cómo, ¡sobre la batería! En la tarde del homenaje, sobre el mismo tema, Cristina Pacheco dijo que la “chaperoneaba”, la sacaba de la fiesta cuando la juzgaba atrevida y que la entregaba en su casa con su mamá.

            Sandra Lorenzano destacó, con toda razón, el carácter ético del periodismo de Monsiváis, todos recordamos su compromiso con el Movimiento Estudiantil de 1968, pero a todos, a Elena, que estuvo en la mañana, a Sandra y Rafael Bajaras el Fisgón, y a Cristina, que estuvieron por la tarde se les olvidaron al menos dos ocasiones especialmente significativas. Cuando conocí a Carlos siempre traía consigo la denuncia, que armaba con diapositivas que proyectaba, sobre el asesinato de Rubén Jaramillo, un líder campesino, antiguo zapatista, que fue asesinado en 1958 con su esposa embarazada y sus tres hijos. Jaramillo era además evangélico, igual que Monsiváis. En lo electoral, estuvo al lado, primero, de Cuauhtémoc Cárdenas, (era amigo de mucho antes de Muñoz Ledo), luego de López Obrador, él y Sergio Pitol escribieron un texto, que leyó Sergio, para un mitin en el Zócalo. Marcos y él tuvieron diferencias, pero llevó a Saramago para que se entrevistara con el Subcomandante. Siempre apoyó la lucha magisterial, desde la época de Othón Salazar.

            Voy a contar con más detalle su participación en Juchitán. En una cafetería estábamos mi hermana y yo cuando nos cuenta Carlos que Héctor Sánchez, (quien pertenecía al Movimiento Obrero, Campesino, Estudiantil del Istmo, COCEI) dijo que iba a irse a Juchitán esta noche, (amenazaba el gobierno con reprimir y se decía que al día siguiente iba a entrar el ejército), yo me iba a tomar el avión, pero a Tijuana, nos comentó Carlos riéndose. Al día siguiente hablo a su casa y Doña Esther, su mamá, me dice: No, Carlos está en Juchitán, vino Toledo, (el pintor, quien entre paréntesis hizo la urna para las cenizas de Carlos) y lo convenció para que se fuera a Juchitán, se fue con Elena (Poniatowska) y (Fernando) Benítez. Hay que decir que la presencia de los famosos escritores impidió la represión. A su regreso, Monsiváis sólo se quejó de la comida, que si no recuerdo mal incluía armadillo e iguana.

            Le preguntaron a Elena si había visto llorar a Carlos alguna vez. Dijo que sí, pero de coraje. Yo conté, desde el público, que al día siguiente de la manifestación del silencio Carlos llegó a Acapulco y fuimos a un café en la playa La Condesa que era de unos amigos suyos. Ahí, lo recuerdo perfecto, la música de fondo era Young Girl, que Carlos se sabía de memoria, pero al momento de contar la manifestación del silencio se le llenaron los ojos de lágrimas. La revista Punto Crítico publicó una separata, años después, con la crónica de Carlos de esa manifestación del 68. La idea fue de Raúl Álvarez Garín, y cuando a instancias de Raúl me entrevistaron en Radio Universidad conté la escena en Acapulco en vida de Carlos. Tiempo después fuimos a desayunar con Carlos y Gustavo Gordilllo, Gustavo comentó esa entrevista, pero no recuerdo si le conté a Carlos la indiscreción que había cometido. No fue la última pero sí de las últimas veces que lo vi, y fue Gustavo, quien habló al celular de mi hermana para decirnos que en las redes sociales estaban diciendo que Carlos había sido internado en Médica Sur.