La Unidad de Política de Igualdad de Género de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) publicó un artículo interesante que toca una de las fibras más sensibles del ser humano y en el que habla también como igualdad de género: la importancia que tiene la inclusión de los hombres en la vida familiar.
No es broma. Millones de mexicanos –tal vez no mexicanas- estarán de acuerdo en que hoy en día el cumplir el rol de papá y mamá al mismo tiempo, también es una práctica contemporánea que realza la importancia y capacidad de un hombre al frente de una familia como institución y rompe paradigmas.
En una reflexión, el grupo de especialistas de la SRE resalta que la conciliación entre el trabajo y la familia es un tema central de las políticas de género, relacionado con la desigualdad de género en la familia y el mercado de trabajo. Ambos roles inevitables en el México de hoy.
La publicación señala que la “doble jornada” de trabajo remunerado y no remunerado es un ejemplo de ello, por lo que “compartir responsabilidades familiares” es un término asociado a la igualdad entre mujeres y hombres, que evidencia la división de género del trabajo de cuidado.
Hay un punto muy relevante que indica que las familias basadas en la especialización de los roles (con el hombre volcado en el trabajo remunerado y la mujer en el ámbito doméstico) está en extinción. De ahí parte entonces la igualdad de género y no de un machismo o un feminismo.
Incluso, el texto de la Cancillería resalta que mientras que en las sociedades contemporáneas se asienta cada vez un nuevo equilibrio familiar basado en la igualdad laboral, también se transforman a diario los roles masculinos.
Sin duda, lo anterior se ve reflejado en una mayor participación de los hombres en las tareas de cuidado y del hogar, aunque la identidad masculina no ha cambiado al mismo ritmo que la femenina.
La Unidad de Política de Igualdad de Género considera que, de acuerdo a estudios realizados –aunque no revela cuáles-, el equilibrio de la igualdad de género se basa en familias de doble ingreso.
Argumenta que las parejas (concretamente aquellas con un mayor nivel educativo) son cada vez más homogéneas en términos de capital humano, preferencias y gustos, por lo que se ha producido una mayor distribución de las tareas domésticas, especialmente respecto al cuidado de las y los hijos entre los hombres con un nivel educativo superior.
En este sentido, la SRE advierte un avance hacia la norma en la que la auto realización profesional y ser padre/madre se desea de la misma manera.
“Con un modelo de conciliación igualitario, las mujeres ganan autonomía personal a través del acceso al mercado, mientras que los hombres desarrollan capacidades al aminorarse la presión sobre su rol de proveedores”, explica la SRE.
En la publicación –sin precedentes- de igual forma invita a que el ser humano debe aspirar hacia un modelo de sociedad en el que todos los empleos tengan en cuenta que los trabajadores de ambos sexos tienen responsabilidades de cuidado, en las que inminentemente debe existir la igualdad de género y la actividad laboral.
Esta transformación está ligada a la deconstrucción de los roles de género y los estereotipos sociales, y no se trata de distribuir las tareas domésticas a través de negociaciones.
“Los hombres que conforman estas parejas igualitarias expresan su interés de ‘estar en contacto’ con la casa, y deben de influir hasta en la decoración de la misma manera que lo hacen las mujeres. Al no estar las diferencias de género presentes en estos nuevos paradigmas, el género se reconstruye o se destruye”.
Vaya reto para el hombre actual: luchar para romper paradigmas y para demostrar lo que las mujeres han hecho por siempre. Es de suma importancia saber que es tan hombre el que prepara un plato de comida a sus hijas, como es muy mujer la que arregla un foco en la casa, siempre y cuando ambos cumplan con sus roles de integración familiar en cada uno de sus hogares.