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A unos meses del cambio de su titular ha echado por la borda lo que durante décadas le costó construir.
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Cifras y datos a modo
Una democracia requiere de la responsabilidad y la rendición de cuentas requiere transparencia.
Rayos mágicos de sol al rojo vivo emanaban de su halo de medios de fabricación.
Y entonces la oscuridad burocrática diseñada cayó sobre la tierra.
Barack Obama
La principal premisa con la que debe trabajar un buen gobierno es la confianza de los ciudadanos, derivada de buenos programas de gobierno, acciones que beneficien a la sociedad y un manejo transparente, claro y eficaz de las finanzas y la hacienda pública.
Todo esto viene a colación porque la mayor tentación de los gobernantes es tener el control de la opinión pública, de las cifras, sondeos y números que reflejen de manera positiva el actuar de sus gobiernos.
Hoy en el país nos encontramos en un gran debate por una institución que por más de quince años gozó de un prestigio sustentado en el rigor y puntualidad de sus ejercicios estadísticos, sus resultados y cifras siempre apegados a la realidad; me refiero al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), organismo que a unos meses del cambio de su titular ha echado por la borda lo que durante décadas le costó construir, porque hoy presenta cifras y datos de medición sobre la pobreza que contrastan totalmente con datos anteriores y que según los expertos es imposible que en tan poco tiempo existan esos resultados positivos que no tienen precedente en ningún sistema; asimismo, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) manifestó que no está de acuerdo con estos datos y cifras porque los sistemas, formas y métodos para recabar la información fueron modificados de manera unilateral por las autoridades del INEGI, sin informar a los otros órganos evaluadores y sin dar a conocer con transparencia las circunstancias y condiciones de las modificaciones evaluatorias y esperar el consenso y la anuencia de los otros organismos para el efecto de que las evaluaciones coincidieran con los procesos de revisión.
Hoy queda la duda de si dichas modificaciones se hicieron con dolo, alevosía y ventaja, con el fin de maquillar y mejorar las cifras para simular la eficacia y el gran trabajo del gobierno en turno, lo que rompe con toda lógica de transparencia y rendición de cuentas a la que se debe este organismo que en teoría debe ser totalmente autónomo e independiente del gobierno ejecutivo. O si en su caso fue una iniciativa con buena fe, se enmarca en el dicho de “no hagas cosas buenas que parezcan malas”, lo que indistintamente de las circunstancias deja en duda a este órgano y al gobierno que ha sido acusado de muchas acciones para favorecer su imagen a costa de dañar las instituciones.
El combate a la pobreza debe ser una acción de hechos y realidades y no una mera acción publicitaria con cifras y datos maquillados que al final de cuentas son una quimera irreal que tarde o temprano será descubierta.
@perezcuevasmx
perezcuevasmx@gmail.com