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Una actitud: la del orgullo de ser inglés, del orgullo de esa Inglaterra frente “a naciones menos venturosas”.
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Shakespeare y el Brexit/I-II

Este año se conmemora el año de Shakespeare, es decir, los cuatro siglos después de su muerte, aunque en realidad todos los años son años de Shakespeare, como son años de Cervantes, de Dante, de Sor Juana o de Homero. Pero también este año, aparte de los festejos literarios, sucedió un acontecimiento capital en la historia contemporánea, que es la salida de Gran Bretaña de la Comunidad Europea, el llamado Brexit.

Los comentarios sobre el Brexit han resultado tan infinitos como los artículos, conferencias y homenajes al gran dramaturgo. Casi todos los comentarios del Brexit afirman que ha sido una pésima decisión la que hizo el electorado británico y que tendrá graves consecuencias para la economía, no sólo de Reino Unido sino también de medio mundo incluyendo a México, y ya sufrimos un nuevo recorte presupuestal justo por el brexit.

Pero independientemente del efecto económico, creo que a los mexicanos nos debe interesar ese fenómeno que es mucho más complicado de lo que aparece a primera vista.

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Parto del hecho de que hasta ahora todo el mundo parece interesarse únicamente en el aspecto económico y financiero, y muy pocos, al menos fuera de Reino Unido, se fijan en otros aspectos. Yo quisiera apuntar a lo que parecerá una curiosidad y que es la relación de Shakespeare y el Brexit, y comienzo citando un texto del acto segundo de Ricardo II que dice: “Este trono real de reyes, esta isla sometida a su cetro, esta tierra de majestad, esta sede de Marte, este otro Edén, este semiparaíso, esta fortaleza que la naturaleza ha construido para defenderse contra la invasión y el brazo armado de la guerra, este florido plantel de hombres, este pequeño universo, esta piedra preciosa engastada en el mar de plata que le sirve de muro o de foso de defensa alrededor de un castillo, contra la envidia de naciones menos venturosas, este trozo bendito, esta tierra, este reino, esta Inglaterra…”

Este fragmento muy citado por los amantes de Shakespeare retrata inmejorablemente una actitud: la del orgullo de ser inglés, del orgullo de esa Inglaterra frente “a naciones menos venturosas”, a una fe en la grandeza de un destino.

Es cierto que Shakespeare vivía en un siglo maravilloso en que Inglaterra dejaba atrás guerras europeas y civiles y era, diríamos ahora, una nación subdesarrollada frente a un poderoso rival que era España, dueña ya entonces de medio mundo y gran potencia.

Pero sabemos que Felipe II, confiando en que el Dios de Roma lo iba a apoyar, lanzó contra la pobre Inglaterra la flota más temible de la historia. Y una mujer —Isabel, y su pueblo marinero— derrotó a la Armada Invencible y comenzó así la expansión de la pequeña Inglaterra que se convirtió en dueña de medio planeta. Los ingleses que vencieron a Napoleón, al Káiser y a Hitler. La gran Gran Bretaña, el Reino Unido.

Éste es el antecedente histórico cuando hablamos del Brexit. Porque en el subconsciente colectivo inglés siguen resonando las palabras de Shakespeare sobre: “This England”.