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Por primera vez desde mediados del siglo pasado, el gobierno de México enfrentará un gobierno hostil en Washington.
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Elecciones en Estados Unidos
El horizonte es negro, la tempestad
amenaza; trabajemos.
André Maurois
De un tiempo a la fecha se acumulan en el horizonte de la república nubarrones que amenazan tormenta.
Como en otras horas difíciles de nuestra historia, los nubarrones son ignorados por las elites mexicanas y las fuerzas políticas. Todos ocupados en sus rencillas mezquinas y en la promoción de intereses políticos y económicos, personales y de grupo.
Está la conjunción de grupos radicales, algunos porque se aferran a la vía de la agitación violenta para debilitar el gobierno de la república y así llegar al poder, agitación que se alimenta de los prejuicios ideológicos de algunos sectores de la sociedad.
Están las elites económicas que ejercen su derecho a promover sus intereses y para ello no vacilan en intentar debilitar un gobierno que, desde su perspectiva, lo agravió con la reforma fiscal.
Están las elites políticas, las cuales a dos años de la elección presidencial también, en ejercicio del derecho que da la democracia, buscan aliados que les permitan ganar, aunque luego deban cumplir con quienes los apoyen.
Y, por supuesto, los variopintos intereses extranjeros que lo mismo especulan contra la divisa mexicana, que financian organizaciones no gubernamentales que presionan al Estado mexicano y sus instituciones. O “candidaturas independientes”.
Sin embargo, la mayor amenaza para México es la elección presidencial de Estados Unidos.
México se vuelve tema de campaña para los candidatos de los dos partidos, tanto para el republicano Donald Trump como para la demócrata Hillary Clinton.
La diferencia entre ellos es de matices. El republicano Trump, burdo, con un discurso racista que explota el lado oscuro de los norteamericanos. La demócrata Clinton simplemente promete retener en territorio norteamericano “los trabajos que las empresas estadunidenses se llevan a México”.
Así cualquiera que gane la elección presidencial significará que, como se ha dicho en estas páginas, por primera vez desde mediados del siglo pasado, el gobierno de México enfrentará un gobierno hostil en Washington.
Sería lamentable que, como en otros tiempos de nuestro pasado, ante la amenaza que representa un eventual y drástico cambio en la relación comercial y financiera, cuyas consecuencias serían desastrosas económica y socialmente para México, los mexicanos estemos demasiado ocupados en nuestras mezquinas rencillas internas como para ocuparnos de encontrar la fórmula para enfrentar la tormenta.
jfonseca@cafepolitico.com