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La disminución del gasto público contrae el mercado, inhibe la inversión y genera desempleo.

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Recortes presupuestales

Tengo la impresión de que los altos funcionarios de la administración de Enrique Peña Nieto no tienen una conciencia muy clara de lo que está pasando en el país y que tienden, tanto en sus declaraciones como en sus acciones, a echar gasolina al fuego, pensando que al mostrat una total intransigencia —o sea, la voluntad de no ceder en sus políticas—, la gente, quiero decir el pueblo, acabará convenciéndose de que la lucha ya es inútil y volverán derrotados a sus estados y municipios.

Los acontecimientos de las últimas semanas y días demuestran muy claramente que eso no va a suceder. No se trata únicamente de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. El descontento y la voluntad de lucha abarcan los más amplios y diversos sectores de la sociedad; y la solidaridad internacional, así como las críticas y los reclamos por la violación de los derechos humanos se han manifestado desde los más diversos gobiernos, organizaciones internacionales y sitios del planeta, de modo que la actitud gubernamental, que ha encontrado apoyo en una parte de los medios de comunicación, y en un reducido sector de la burguesía, está llevando a una peligrosa polarización, que nadie puede saber dónde va a desembocar.

No hay duda de que la acumulación y el agravamiento de los problemas , así como el sentir y la beligerancia de la sociedad mexicana han llegado al punto de una crisis política. Por eso, resulta una línea claramente errónea decretar un nuevo recorte al gasto gubernamental, esta vez por 31 mil 714 millones de pesos.

En general, como lo mostró ampliamente el famoso economista John Maynard Keynes, el gasto gubernamental es el más poderoso instrumento para impulsar el crecimiento de la economía, pues la derrama de recursos dinamiza el mercado de bienes de consumo, lo que a su vez provoca un alza de la inversión y en consecuencia del empleo. Al contrario, la disminución del gasto público contrae el mercado, inhibe la inversión y genera desempleo.

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Además de estos efectos macroeconómicos, el otro aspecto que hay que observar en la disminución del gasto público es cómo se distribuyen los recortes, pues unos sectores resultan más afectados directamente que otros. Y en la distribución de los recortes que se han aplicado drásticamente desde 2015, las decisiones de la Secretaría de Hacienda son doblemente erróneas. En los primeros, porque el sector más afectado fue el energético, esto es, la Comisión Federal de Electricidad y, sobre todo, Petróleos Mexicanos, que, como todo el mundo sabe, son el sector estratégico de México. En el recorte que se anunció el pasado 25 de junio, los dos sectores más castigados son precisamente el de educación y el de salud a los que les aplican el 40 por ciento del recorte, es decir 6 mil 500 millones menos cada uno. Podríamos decir que para la sociedad mexicana, la educación y la salud constituyen las áreas más importantes para sus condiciones de vida, o dicho de otro modo, son los sectores estratégicos en el ámbito social. Y no sólo eso, médicos y maestros protagonizan hoy las movilizaciones más amplias y significativas del país.

En verdad urge que los funcionarios entiendan que es demasiado peligrosa la vía de endurecer las acciones tanto en el ámbito político como en el económico y en el social, y que sólo la negociación real, no simulada, puede restablecer la paz social.