Moldavia, poema sinfónico de Briedrich Smetana

Es común escuchar el Moldavia por las calles de Praga. Niños y adultos lo silban con tanta naturalidad como llevarse a la boca cualquier golosina. Los checos han hecho de este poema sinfónico una suerte de himno nacional. Poema sinfónico que forma parte del ciclo Mi patria del compositor Briedrich Smetana, tiene más de trágico que de épico. Pero, ¿quién fue Briedrich Smetana, ese músico sordo que murió en el manicomio luego de una crisis nerviosa terrible? Para entenderlo en toda su dimensión, veamos cuatro cartas que él mismo escribió en diferentes épocas de su vida.

La primera carta, fechada el 24 de julio de 1875, está dirigida al compositor Karel Bendl, y dice: “En lo tocante a mi enfermedad, mis oponentes pueden estar satisfechos. No volveré a cruzarme en su camino pronto, acaso nunca más. Mi recuperación, si es que fuera posible, requerirá largo tiempo y, hasta donde yo sé lo que me pasa, creo que sólo el tiempo me devolverá el oído, al menos parcialmente. Fui también a ver al doctor Pospisil, pero se puso a darme tratamiento externo, que es del todo inútil. Mi enfermedad es interna y todavía está por ser descubierta su causa. Tal es al menos la opinión de todos los médicos que he consultado. El oído está bien sano por fuera. Pero el aparato interior, ese admirable teclado de nuestro órgano interno, está dañado, desafinado, los martillos se han pegado y hasta ahora no ha habido afinador que repare el daño. En otoño voy a Leipzig a ver al doctor Hagen, que me aplicará también tratamiento eléctrico. ¡El último intento! ¡Entonces se decidirá mi destino!”.

La segunda carta, fechada el 29 de enero de 1877, está dirigida a Charlotte Valentin, ex alumna de Smetana: “Estoy sordo y probablemente quedaré así para siempre. De nada han servido tratamientos ni médicos. Sencillamente es imposible devolver la vida a nervios paralizados. A este destino indeciblemente triste se añaden otras penas; de ahí que prefiera no escribirle. Testimonios de simpatía como su querida carta son un bálsamo para mis heridas y se la agradezco muchísimo”.

La tercera carta, fechada el 17 de enero de 1880, está dirigida a Jan Vlastimil Karel, amigo de Smetana: “Sabe usted sin duda el cruel destino que me acosa. Estoy en el sexto año de completa sordera. En octubre de 1874 me levanté una mañana sordo como una tapia. Desde entonces, a pesar de todos los doctores de Praga y del extranjero —pues viajé a Alemania a ver si me curaban, en vano—, estoy sordo como un poste, no oigo nada, ni palabras, nada, ni de cerca ni de lejos. Los nervios de mis oídos están paralizados y el sonido no consigue penetrar en el cerebro y no puedo oír nada. Créame que necesito todo mi valor y fuerza para no caer en la desesperación y poner fin violento a mi sufrir. ¡Sólo el ver a mi familia y el pensar que debo seguir trabajando por mi pueblo, mi país, me mantienen en vida y me inspiran nuevas labores!”.

La cuarta carta, fechada el 8 de mayo de 1883, está dirigida a Anna Trnobranska: “Mi enfermedad está trayendo a remolque otras muchas, trastornos suplementarios molestos debidos todos a irritación nerviosa; es la principal razón por la que desde hace cerca de un año no he podido leer nada que tal vez irritara el lado fantástico de mi cerebro. Esto ocasionaría otras condiciones mórbidas y los médicos me han prohibido leer, escribir, pensar, etcétera. Sin embargo, no han logrado prohibirme enterarme de lo que pasa a mi alrededor, pues de eso se ha encargado alguien más poderoso que ellos: el destino”.