En 2015, la imagen de un niño sirio, que yacía sin vida en la orilla de una costa en Turquía, indignó y conmocionó a los usuarios de las redes sociales que, hasta entonces, entendieron las complejidades a las que se enfrentan los auto expatriados de todo el mundo. Hoy la problemática es reconocida y las muestras de solidaridad con los pueblos desterrados son extensas; una de ellas se vivirá próximamente en los Juegos Olímpicos Río 2016, donde participará la primera selección de refugiados.

La inhumana realidad que mostraba la fotografía del pequeño sirio, sacudió a las organizaciones internacionales que ahora dan mayor atención a la situación que padecen cerca de 70 millones de personas que fueron desplazadas de su lugar de origen por conflictos de guerra, políticos, raciales o religiosos, de acuerdo a datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

El año pasado, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) autorizó a atletas refugiados la oportunidad de participar en los Juegos Olímpicos 2016, bajo el argumento de que dicho evento deportivo es “un momento en que los valores de la tolerancia, la solidaridad y la paz son traídos a la vida”.

Será el próximo 5 de agosto cuando arranquen en el Estadio Maracaná, de Río de Janeiro, los Juegos Olímpicos 2016, donde participarán 10 atletas refugiados que sin la autorización de la ONU, no podrían ser incluidos en las justas deportivas, al considerarse que no poseen lugar de origen y, en consecuencia, no pertenecen a ningún Comité Olímpico Nacional.

De los seleccionados refugiados dos son de Siria, ambos hombres nadadores: Rami Anis y Yusra Mardini. Originarios de Sudán del Sur, participarán cuatro hombres atletas: Yiech Pur Biel (800m), James Nyang Chiengjiek (400m), Rose Nathike Lokonyen (800m), Paulo Amotun Lokoro (1500m), y la mujer, Anjelina Nada Lohalith (1500m).

En el judo competirá la mujer Yolande Bukasa Mabika (70 kg) y Popole Misenga (90 kg), ambos de la República Democrática del Congo. Finalmente, oriundo de Etiopía, el joven Yonas Kinde buscará un triunfo en el atletismo (maratón).

Debido a persecuciones, principalmente por guerras civiles, los 10 deportistas que harán historia en los Juegos Olímpicos se resguardaron en Alemania, Brasil, Bélgica, Luxemburgo y Kenya, donde encontraron el respaldo de la asociación Tegla Laroupe Peace Foundation, encargada de ofrecer programas de entrenamiento para refugiados.

El día de la apertura, el Equipo Olímpico de Refugiados romperá un paradigma al portar una bandera que no pertenece a ningún país, pues ondearán la banderola Olímpica al marchar detrás del grupo deportivo del país anfitrión: Brasil.

Para los integrantes del mundialmente conocido Team Refugees, su participación en las olimpiadas es una ventana para mostrar que las adversidades no son obstáculos.

“Tenemos un mensaje para el mundo: hemos llegado como refugiados, hemos llegado como embajadores de los refugiados, ahora estamos aquí para demostrar que podemos hacer todo lo que otros seres humanos pueden hacer, y también contribuir a promover la paz en todo el mundo”, dijo Yiech Pur Biel, atleta de Sudán del Sur.

Por décadas, familias enteras de Siria, Colombia, Iraq, Afganistán, Somalia y Sudán del Sur, principalmente, han dejado su patrimonio para salir de sus países en busca de una vida digna; miles mueren el intento, y las que lo logran, se enfrentan a otros problemas como la falta de oportunidades para laborar o continuar los estudios.

El racismo, la marginación, y hasta la imposibilidad de comunicación por la diferencia de idiomas son otras de las dificultades que sobrellevan los auto exiliados, quienes desafiarán condiciones aún más hostiles debido a los candados migratorias que prevén algunos países de la Unión Europea debido al masivo ingreso de migrantes en los últimos años.

Aún sin obtener medallas, la sola inclusión de un grupo que represente a la comunidad de refugiados y desplazados será sin duda un impulso para las millones de personas que se encuentran en esa situación, una oportunidad de demostrar que el abandono forzado del lugar donde se nace, no obliga a huir de los sueños.