[gdlr_text_align class=”right” ][gdlr_heading tag=”h3″ size=”26px” font_weight=”bold” color=”#ffffff” background=”#000000″ icon=” icon-quote-left” ]

Que se haga la ley, pero en los bueyes de mi compadre.
[/gdlr_heading][/gdlr_text_align]

Riesgo de violencia

Dice George Steiner que la abdicación de los ciudadanos por la política, las elecciones y los malos dirigentes de esas organizaciones obedece a que no se ven, en el corto plazo, intenciones de esos actores, individuales o colectivos de corregir sus prácticas, que regularmente resultan perjudiciales para la sociedad.

México por supuesto que no es la excepción de esa reflexión del Parraf: filósofo y semiólogo nacido en París e hijo de padres vieneses.

Hoy la crisis de identidad que viven partidos en proceso de extinción como el PRD, Nueva Alianza o el Verde Ecologista Mexicano hace previsible que los comicios de gran calado que habrá en el Estado de México en 2017 y las presidenciales de 2018 les estallen con rechazo ciudadano que los lleve a una baja de sus votaciones, que pondría en algunos casos en peligro su registro.

El PRD, en una pueril disputa por prebendas y control de los recursos que les asigna el INE con dinero que proviene de los impuestos que pagamos los ciudadanos, no logró en su plenaria del pasado fin de semana elegir a un nuevo presidente que sustituya al dimitente Agustín Basave.

Otra vez las tribus se enfrentaron y hay señales de que seguramente en 15 días, que será lo que dure el interinato de Beatriz Mojica, fracasarán en su intento de construir un candidato de unidad.

El PRD, al igual que los parásitos del Panal como Luis Castro Obregón, o el PT de Alberto Anaya o los casos patéticos de corrupción en el Verde Ecologista que personifican los impresentables Jorge Emilio González y Escobar, ya no le dicen nada a una sociedad que está a la espera de una propuesta comprometida de las organizaciones políticas que les resuelva la crisis económica y de seguridad en la que están sobreviviendo desde hace más de 25 años.

cnte1

Los legisladores se pierden en artificios como la ley anticorrupción que, cuando puso en la mesa el papel de los empresarios que incurren en una serie de delitos fiscales y de connivencias con el crimen organizado, los próceres que la propusieron se echaron para atrás.

Los promotores de la Ley 3 de 3 simplemente dijeron que se haga la ley, pero en los bueyes de mi compadre.

La CNTE está justificadamente condenada por una sociedad a la que afecta económicamente, le cambia su sentido de convivencia ciudadana ante el desquiciamiento de marchas y plantones y además tiene ya identificados a líderes corruptos que han sido puestos tras las rejas por delitos tan delicados como lavado de dinero.

Pero detrás de los dirigentes de la CNTE hay miles de maestros brutalmente empobrecidos y familias que dependen de ellos que, ante la calidad de vida que les ofrece el sueldo de un profesor común y corriente, lo menos que pueden hacer es indignarse y protestar.

En México el 10% de la población concentra casi el 90% del producto interno bruto.

Es una inequidad social que genera inconformidad y pronto generará violencia.

Y los partidos políticos y sus líderes solapan actos de corrupción infamantes y casos de impunidades que ofenden.

Como en el caso de Veracruz, en el que echaron para atrás la propuesta del gobernador de designar un fiscal anticorrupción a modo, eso mismo debe ocurrir en Quintana Roo, donde un verdadero pillo, como el mandatario saliente Roberto Borge, pretende hacer el mismo truco para blindar su salida.

Si del poder central mandaron la orden de que prosperara la protesta del PAN en Veracruz por la intentona de designar un fiscal para blindar al gobernador saliente, con mucha más razón debe ocurrir lo mismo en Quintana Roo.

La sociedad emitirá su juicio en las urnas en los siguientes comicios.

Lo grave es que el clima político y social están tan tensos, que esperamos que exista el tiempo necesario para que no le gane al gobierno el estallido de la violencia.