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El informe reciente de Standard and Poor´s en el que califica de “decepcionante”
el crecimiento de México, entre otros factores, por la ingobernabilidad, confirma un diagnóstico preocupante.

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[gdlr_dropcap type=”circle” color=”#ffffff” background=”#555555″]L[/gdlr_dropcap]o que más debe preocuparnos a los mexicanos en este momento es la radicalización del país.

El presidente Enrique Peña Nieto llega al IV Informe de Gobierno en un ambiente de “choque civil” marcado por la lucha entre poderes no constitucionales generadores de un ambiente de tensión, intolerancia y confrontación.

Directora de la revista Siempre!Convergen en un escenario confuso lo mismo el movimiento guerrillero de la CNTE que la violencia provocada por el narcotráfico, paros, marchas, protestas de distinta índole, y por si faltara algo, la convocatoria que hace la Iglesia católica y distintas organizaciones conservadoras a tomar las calles para protestar contra el matrimonio igualitario.

Todo indica que conforme se aproxima el final del sexenio se profundiza y agrava la debilidad institucional.

El informe reciente de Standard and Poor´s en el que califica de “decepcionante” el crecimiento de México, entre otros factores, por la ingobernabilidad, confirma un diagnóstico preocupante.

Y en medio de toda esta desarticulación no existe una sola voz que pueda con autoridad hacer un llamado a la prudencia y a la paz.

¿Quién desde este escenario caótico e inestable para el 2018? Ninguno de los que hoy se dicen aspirantes a la candidatura presidencial cuentan con las cualidades políticas y de liderazgo para poner orden y unificar el país.

Una figura como la de Andrés Manuel López Obrador es demasiado radical para pegar el rompecabezas; una candidatura como la de Margarita Zavala sólo es adecuada para una alcaldía, y en las independientes no se advierte un liderazgo con peso capaz de aglutinar simpatías.

En un escenario de ruptura, como el que hoy se vive, los comicios de 2018 no van a ser una elección más. Tal vez estemos, por primera vez en la historia, ante la necesidad de que varios partidos construyan una candidatura común para, en caso de ganar, gobernar de manera coaligada.

El PAN, PRI, PRD o Morena ya no podrán ganar de manera solitaria. Estamos ante un cisma del sistema de partidos que se profundizará conforme llegue el día de la elección presidencial.

Que no se engañen los institutos políticos y menos quienes buscan ser candidatos a la Presidencia de la República. En esta ocasión ninguna oficina de marketing será capaz de construir liderazgos milagrosos.

O bueno, tal vez pueda construirlos con ayudar de las nuevas tecnologías de comunicación, pero lo importante es que el país ya no podría soportar un falso liderazgo.

Hemos dicho en este mismo espacio que lo más importante en una novela y en la vida de un político es el epílogo.

A partir del 1 de septiembre, el jefe del Ejecutivo federal tendrá que comenzar a tomar decisiones para concluir su mandato.

La Presidencia de la República acaba de informar que Enrique Peña Nieto decidió que el mensaje a la nación lo daría bajo un nuevo formato.

Ya no será la clase política y empresarial quienes lo acompañen sino un grupo de jóvenes. Muy bien, pero cuidado con los vacíos que se dejen. La oposición, especialmente el PRD, se encargó —con su actitud agresiva y arbitraria— de expulsar a los mandatarios en turno del Congreso.

Es decir, el presidente, como figura institucional, ya fue orillado a abandonar una de las plazas más importantes. Hoy se nos dice que una de los actos constitucionales más importantes no sólo va a sufrir un cambio sino una nueva disminución.

Es decir, que el Informe de Gobierno del Presidente de la República va a ser nuevamente achicado. Ya no será un acto republicano, dado que no estarán presentes los poderes. ¿Entonces en qué se pretende convertir?

¿Por qué, señor presidente, darle gusto a la CNTE? Lo que ellos y otros quieren es precisamente eso, debilitar y derribar al gobierno, especialmente a su gobierno.

Y aquí no se trata de “tirar la casa por la ventana”, sino de que el presidente de la república dirija su IV Informe en un acto sobrio con la presencia de los tres poderes como lo dicta el espíritu constitucional y la tradición republicana.

Está muy bien que dialogue con los jóvenes, pero en un momento en que es necesario dar señales de solidez institucional, abandonar la plaza sería un craso error porque, sin duda, otros, intentarán llenarla.

 

 

@PagesBeatriz

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