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El centro de control consiste en dos camiones equipados con tecnología de última generación.

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Aeronaves no tripuladas sistema Arcturus T-20

 

Los avances tecnológicos descubiertos en los últimos años de este siglo han tenido diversas aplicaciones para el beneficio de la humanidad. Lo mismo en el campo de la medicina, como en el del mejoramiento de sistemas informáticos, que en el ramo de la arquitectura, o en el de las telecomunicaciones, o en el de la ingeniería automotriz, el avance tecnológico se ha convertido en su nutriente principal para su desarrollo.

Pues de esa misma manera, ahora la investigación tecnológica se ha puesto al servicio de la preservación de nuestro hábitat natural y de sus recursos animales y vegetales. Nos referimos al caso particular de la amenaza de extinción que existe de las especies endémicas del litoral del estado de Sonora, en especial de la vaquita marina y el pez totoaba y cómo el avance tecnológico de la ingeniería aeronáutica están haciendo posible unir esfuerzos institucionales para salvar a esas especies de la desaparición.

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Específicamente en Puerto Peñasco, en el estado de Sonora, la Secretaría de Marina, la de Medio Ambiente y Recursos Naturales, así como la de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación en conjunto con autoridades locales de Sonora y Baja California entregaron, como parte del Programa de Atención Integral Alto Golfo de California, tres aeronaves no tripuladas sistema Arcturus T-20, que tienen la finalidad de contribuir a la recuperación de la vaquita marina y efectuar actividades contra la pesca furtiva del pez totoaba.

Cabe mencionar que las aeronaves están elaboradas de fibra de carbono, tienen cámaras ópticas infrarrojas, lo que les permite volar de noche. Poseen tres metros de longitud, seis de envergadura y autonomía de vuelo de hasta doce horas y 100 kilómetros de distancia para sobrevuelo marítimo, alcanzando una altura de 18 mil pies y 65 nudos de velocidad.

Afirman los ingenieros especializados que no son drones, pues estas aeronaves cuentan con un sistema inteligente. El centro de control para las aeronaves no tripuladas consiste en dos camiones equipados con tecnología de última generación, desde donde se monitorean sus actividades y se reciben en tiempo real las imágenes enviadas por ellas. Lo más importante de todo esto es que con la implementación del programa ya se han podido rescatar 10 ballenas, 13 ejemplares de pez totoaba y 11 de tortuga golfina.

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Entonces, surge la pregunta obligada de qué pasaría si esta tecnología pudiera aplicarse, desde luego con características diferentes, para conocer aspectos ecológicos de las grandes ciudades como la de México, especialmente para el seguimiento de grupos clandestinos que se dedican a la tala de nuestras pocas áreas boscosas; o bien al seguimiento de especies de aves endémicas del Valle de México en peligro de desaparecer, como el águila real; o para identificar a los responsables del vertimiento de productos químicos tóxicos en los afluentes de los escasos ríos citadinos; o conocer en tiempo real el desplazamiento de nubes de contaminantes atmosféricos.

Ni dudar que sería formidable que aeronaves como las mencionadas pudieran aprovecharse como recursos para la salvaguarda de nuestro entorno y hábitat natural. Los habitantes de esta gran Megalópolis serían los primeros beneficiados y con seguridad apoyarían la idea y aprobarían su implementación, a través de las autoridades e instituciones específicas.