Primero fue el desatino de ofender a los padres musulmanes de un soldado estadounidense, luego el haber echado de un mitin en Virginia a una madre con su hijo por el hecho de estar llorando. Tal vez no parezcan graves estos incidentes, pero sí cuando quien lo hace es un candidato a la presidencia del país más poderoso del mundo. Este jueves, el aspirante republicano a la Casa Blanca, Donald Trump ha comenzado a enfrentar las críticas de su propio partido por estas actitudes que demuestran una intolerancia hacia la realidad norteamericana como son el respeto al trabajo de las fuerzas armadas y al pueblo en general. Por si fuera poco, este martes, Trump anunció que no apoyaría a sus colegas de partido Paul Ryan y John McCain en sus campañas para lograr la reelección como candidatos en sus respectivos estados.

John Mc Cain, quien fuera senador y candidato republicano a la presidencia en 2008; el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, y otros miembros de la cúpula del Partido del Elefante comenzaron a deslindarse de Trump, por sus reacciones que han sido consideradas como molestas e irritables. A esta oleada contra el magnate rubio también se sumaron otras personalidades republicanas como Meg Whitman, presidenta de la multinacional Hewlett Packard así como Richard Hanna, congresista de Nueva York. Todos ellos le voltearon la cara para dejar en claro que votarían por Hillary Clinton. Incluso Mike Pence, el candidato a vicepresidente que fue nombrado por el mismo Trump, se ha mostrado muy reservado y prudente.

A tres meses de las elecciones presidenciales, Trump ha sacudido las más finas fibras de los conservadores más fuertes del país, al grado que lo consideran más duro que los duros. Richard Hanna, congresista republicano por Nueva York, el estado del candidato, de plano lo calificó como un contrincante que “pondría en peligro la estabilidad y la seguridad del país”, dijo. En un mensaje a través de redes sociales, Hanna puntualizó que el carácter autoritario de Trump “supondrá una amenaza”. Sin embargo, algunos analistas consideran que ésta es más bien una estrategia del magnate para depurar las filas de su campaña, pues es sabido que tanto McCain como Ryan forman parte del nutrido grupo de líderes republicanos que se han opuesto abiertamente a la designación de Trump como candidato presidencial. Lo cierto es que tras la nominación oficial de Trump, éstos bajaron el tono de sus críticas.