1472473412_395642_1472474662_noticiarelacionadaprincipal_normal_recorte1Han pasado cuatro meses desde que la presidenta brasileña Dilma Rousseff fue separada de su gobierno para someterla a un proceso de impeachment. A partir de entonces, el Senado carioca ha deliberado sobre las acusaciones en su contra, principalmente por escándalos de corrupción y por maquillar cuentas públicas sin autorización del congreso. Este lunes, la mandataria hizo su última apelación ante la cámara alta, donde instó a votar contra su destitución, la cual considera como un golpe de estado que busca acabar con la democracia en ese país sudamericano. Prácticamente agobiada por las presiones a que ha estado sometida, Rousseff reivindicó su lealtad al pueblo brasileño.

“Lucho por la democracia, por la verdad, por la justicia. Lucho por el pueblo de mi país. Estamos a un paso de una grave ruptura institucional, estamos a un paso de la concreción de un verdadero golpe de Estado”, denunció Rousseff durante su discurso de defensa. Entre lágrimas advirtió que si el proceso de su destitución se consuma, será como haber elegido indirectamente a un usurpador.

1472474322_268040_1472478424_noticia_fotogramaA partir de ahora, Rousseff será interrogada por enemigos y aliados; una vez concluido este procedimiento, lo cual se prevé que sea entre mañana y el miércoles, el pleno integrado por 81 senadores decidirá el futuro gobierno del país en una sola ronda de votación. Para esto, los aliados de su vicepresidente y mandatario interino Michel Temer se sienten totalmente confiados en poder concretar el proceso contra Dilma. Según ellos, cuentan con entre 60 y 61 votos para lograrlo; una cantidad que supera los 54 sufragios necesarios. Los diarios internacionales consideran que sólo un milagro podría evitar la destitución de la mandataria.

Fotos: AFP