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Lejos han quedado ya los tiempos en que este acto era considerado como el “Día del Presidente”.
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Evitar juicios prematuros

El lector de este número de nuestra revista Siempre! estará ante la inminente presentación del IV Informe del presidente Enrique Peña Nieto. La coyuntura se observa complicada, algunos dirían que corren vientos de fronda en la república. Otros más afirman que el “mal humor” social o la ira social contenida está creciendo.

El régimen se observa perplejo e incapaz de reaccionar de manera decidida y contundente ante buena parte de la crítica social, que obedece en muchos casos a posicionamientos políticos, o a desahogos viscerales sin fundamento, montados en campañas mediáticas orquestadas desde el exterior, para otorgarles visos de credibilidad. Y respecto a temas de fondo, en los cuales cabe entender el descontento social o la crítica a las políticas públicas o a las acciones o actos de autoridad, y dentro de ello persiste la proverbial incapacidad de comunicar los actos y logros del gobierno.

El Informe que el Ejecutivo debe rendir al pueblo frente al Poder Legislativo es el acto de ejercicio de la soberanía popular por antonomasia, en el cual el “mandatario” acude a informar sobre el estado que guarda la administración pública. Es decir, acude ante sus mandantes, representados en el Congreso General a informar y rendir cuentas sobre los actos realizados en el curso de un año en el país. Es, pues, un acto republicano en cumplimiento estricto de la norma constitucional prevista en su artículo 69, que establece que con motivo de la instalación de un nuevo periodo de sesiones del Congreso General, el titular del Ejecutivo federal ha de presentar un informe por escrito.

Lejos han quedado ya los tiempos en que este acto era considerado como el “Día del Presidente” en el cual, en un acto faraónico, éste acudía a presentar un autoelogio de sus acciones de gobierno. Tiempos hubo en que la duración era de varias horas, en el que se enumeraban todas las obras, los caminos, carreteras, puentes, escuelas, hospitales, clínicas, presas y refinerías construidos, y no sería faltar a la verdad afirmar que informaban hasta de metros de banquetas, reencarpetado y semáforos arreglados. Y los kilométricos discursos sólo eran interrumpidos por los aplausos de los concurrentes de pie, que así marcaba la aceptación, dado que el aplausómetro medía el éxito del evento, además de permitirles a los asistentes ligeros descansos a sus asentaderas.

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Por fortuna, esos ritos del viejo sistema han sido superados. Aunque también habría que recordar que, siendo de costumbres pendulares como somos los mexicanos, pasamos de la adulación abyecta, a la falta de respeto a la investidura presidencial. La crónica parlamentaria recoge puntualmente los insultos y agresiones verbales desmedidas de algunos opositores y sobre todo la ocasión en que se negó el acceso del presidente al recinto legislativo para rendir el informe, razón por la cual se modificó la norma constitucional.

Este año, será difícil el balance. Más allá de las malquerencias malintencionadas, realmente la marcha de los asuntos públicos ha sido difícil y complicada. La economía vuelve a presentar resultados magros, el crecimiento económico tiene en los hechos un estancamiento. Algunas variables macroeconómicas no deben ser imputadas al gobierno, como el precio internacional del petróleo o la revalorización del dólar frente a casi todas las monedas del mundo. La generación de empleo, a pesar de todos los esfuerzos, es también raquítica y por debajo de las expectativas.

En especial, todos estaremos expectantes respecto de la visión y estrategias adoptadas sobre temas como las negociaciones con la CNTE y su obcecada oposición total y frontal a la reforma educativa y los verdaderos actos vandálicos de insurrección social, que trascienden las meras protestas en contra de una reforma legal o de la instrumentación de una política pública.

Los temas que debe abordar el informe son muchos. La inseguridad, el narcotráfico, el crecimiento o disminución en algunos delitos de alto impacto. El estatus de otras reformas estructurales, como la energética y la de telecomunicaciones; las acciones de gobierno en materia de relaciones internacionales, de red de carreteras y comunicaciones, de turismo, de la favorable balanza comercial, especialmente en productos agropecuarios; las recomendaciones de la CNDH. En fin, la lista sería interminable. Habrá que conocerlo y evitar juicios prematuros.