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Nunca como hoy la sociedad había llegado a un grado similar de politización.
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Riesgo de desesperación

Estamos corriendo el riesgo de la desesperación ante la carencia de resultados tangibles, frente a las diversas crisis mexicanas: la de la pobreza, la de la justicia, la de la seguridad, la del empleo, la del desarrollo, la de la educación y la de la credibilidad, por mencionar tan solo unas cuantas.

Son tiempos en los que es imperativo hablar de hechos y de realidades. Sin menoscabo de nuestras esperanzas, hay que prevenirse frente a la ensoñación. Requerimos que nuestros gobernantes de todos los partidos se refieran al Estado, a la nación y a la sociedad. No a la belleza, ni al placer ni a la felicidad. No como artistas, sino como estadistas. No complaciendo, sino conduciendo. Asumiendo su lugar sin simulación. Sabiendo y aceptando consecuencias. Trabajando, no especulando.

Sabemos muy bien, porque lo hemos sufrido, sobre los riesgos que la equivocación tiene para las sociedades. No el yerro menor que sucede a cotidiano y que puede repararse a voluntad o refrendarse a capricho, sin mayor costo ni mayor pena. Nada de eso. Nos referimos al error que no tiene remedio y que cuesta a sus autores y a las generaciones que los suceden, mucho tiempo de sufrimiento y, en ocasiones, hasta de vergüenza.

De todas las formas de gran error de Estado hay tres que son supremas: cuando se equivocan en el método, cuando desbarran en el proyecto y cuando desaciertan en el destino.

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Nunca como hoy la sociedad había llegado a un grado similar de politización. Hasta hace cien años el ejercicio político era, en casi todo el mundo, el patrimonio exclusivo de unas cuantas docenas de individuos. Fuera de ellos, la humanidad se componía por una enorme masa hundida en la bestialidad de la desinformación, de la incomunicación y, a la postre, de la indiferencia. No tenían contacto ni mucho menos acceso a lo que se decidía sobre ellos.

Esta politización de la sociedad moderna es, por fortuna, irreversible. También lo es el hecho de que los asuntos del interés colectivo cada vez están más ligados a un actuar social civilizado, organizado y entendido de su influencia e impacto común. Esa acción sólo se logra con política. Sabemos los humanos de hoy que, sin ello, tendremos frente a nosotros solamente una ineludible decadencia. Esas, por citar dos y no cincuenta, son razones para creer que la sociedad futura será más política que la actual y que no existe a la vista ni el gobierno ni la sociedad cibernéticas, sino el gobierno y la sociedad políticas.

Son estos tiempos que reclaman inteligencia para usar nuestras posibilidades, valentía para aceptar nuestras limitaciones y madurez para distinguir unas y otras.

Toda gran obra política, así como toda gran obra humana, requiere de siete factores para poder realizarse: inteligencia, voluntad, trabajo, oportunidad, paciencia, tiempo y suerte.

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@jeromeroapis