Como generador de ideas escénicas, Guillermo Schmidhuber de la Mora no ha podido sustraerse al reto que significa, para todo dramaturgo, escribir monólogos. Es así que ha dedicado uno a la memoria de Elena Garro (1916-1998), la Elena Garro de sus días finales, la que emplaza una introspección con el solo afán de crear una realidad mágica para su desazón, sus soledades, su despedida de este mundo, agregando otro más donde la escritora se presenta a los 17 años, esperando la llegada de su novio Octavio.
El personaje creado por Schmidhuber parecería uno de los fantasmas que pululan al menos en dos obras de la también novelista y cuentista: Un hogar sólido y Parada San Ángel. El autor presenta a una mujer abandonada (¿tal vez por sí misma?) en una estación ferroviaria que la conducirá a algún lado, como es la vida misma que siempre nos lleva a algún lugar, al encuentro mismo de nuestro destino. Ella parece querer huir, parece esperar a alguien, a algo. Todos sabemos —el autor nos lo ha advertido— que se trata de esa escritora en específico: la autora de las tremendas novelas Testimonios sobre Mariana y Reencuentro de personajes, la que fue esposa de Octavio Paz, la que libró con el autor de El ogro filatrópico, una feroz batalla existencial, al ventilar —como personajes públicos— sus falibilidades privadas.
Y es esa Elena Garro la que de pronto encarna en escena, hablando hacia un personaje silente, un hombre como tantos otros que parece escucharla, que lee, que parece también evadirla, rehuirle y, paradójicamente, comprenderla con cierta compasión. Todo parece… Como en el sueño, porque la obra de Schmidhuber tiene la atmósfera ensombrecida de un sueño caótico, doloroso, la nomenclatura del vacío simbólico, pero terriblemente agudo. El hombre la oye hablar de Paz, ella se escucha a sí misma evocar al poeta, al marido, al enemigo… El hombre le informará la fecha de su encuentro: 31 de abril de 1998: El día que murió Octavio Paz.
Y entonces la vida de ambos escritores comenzará a girar en círculos concéntricos, en estallidos líricos de inusitado dramatismo.
Dramaturgo, ensayista, narrador, investigador teatral, el doctor Guillermo Schmidhuber de la Mora (Ciudad de México, 1943), cuenta, entre sus muchas pasiones, la devoción por Elena Garro, la segunda escritora más importante de México, después de sor Juana Inés de la Cruz. Y desprendiéndose de dicha pasión, Schmidhuber, quien ha sido galardonado con importantes premios nacionales e internacionales por su infatigable labor en la dramaturgia, el ensayo y la investigación, concibió En busca de un hogar sólido, “ensayo monologado”, lo cataloga el autor, que ubica a Elena Garro justo en la víspera de enterarse de la muerte del poeta Octavio Paz, con quien estuvo casada y con quien encarnó una de las relaciones amorosas más célebres en la historia de la literatura mexicana del siglo XX.
Hoy, adscribiéndose al Centenario del Nacimiento de Garro, el autor y un grupo de teatristas rinden Homenaje a la memoria de la autora de Los recuerdos del porvenir y La señora en su balcón, con En busca de un hogar sólido, con las actuaciones de Isabel Puente (interpretando a Garro en dos etapas de su vida, a los 17 años y al final de sus días), acompañada por Luis Álvaro Hernández Esquivel (como el Dramaturgo) y el Eduardo Vangel (como el Novio y el Pasajero Silente), con iluminación de Miguel Molina, asistencia de Sofía Cárdenas, coreografía y movimiento escéncio de Eduardo Vangel y puesta en escena de quien redacta.
El catedrático de la Universidad de Guadalajara —ciudad donde radica— y autor de piezas como Los herederos de Segismundo, Obituario, Dramasutra, Alcanzar el Unicornio… convierte a Elena Garro en personaje escénico, en aquello que él llama un “ente teatral”. Considera que esta pieza en dos actos fue para él como vivir una segunda muerte de la escritora, a través de la composición de la obra. “Fue como si alguien me la estuviera dictando —asegura Schmidhuber. Viví con Elena su segunda muerte, pero ahora, en una estación de tren, que es donde sucede mi obra”, afirma.
Y aduce: “Elena fue una mujer escritora en un mundo altamente politizado. Otros escritores escogieron a los triunfadores, pero ella vio sólo por los desposeídos. No es que Elena creyera en una ideología, sino que sentía una gran compasión para los pobres. No tenía un pensamiento político, sino una gran ternura para los desvalidos. Era intensamente cristiana, aunque no fervorosa mujer de iglesia. Y además, ante la muerte, no hay ideología que nos salve. Lo único que nos queda son las horas vividas en el amor. Yo quería que la Garro llegara a perdonar a Paz —no sé si en vida lo hizo—, pero en mi obra Elena perdona a Paz. La escena que más me gusta es cuando, antes de morir, Elena se despide de su máquina de escribir, de su hija y de sus gatos. Para mí, esa es la Elena verdadera, no la vengativa que nos quieren a veces presentar. Ella daba amistad y amor cuando sabíamos buscarlos; pero si alguien sembraba odio, tendría la certeza que con ella cosecharía tempestades”.
Para el dramatrugo, Elena Garro “Es la mayor escritora mexicana del siglo XX. Desde Sor Juana, no habíamos tenido a otra tan creativa. Octavio Paz sacrificó muchas cosas por su lugar en la poesía mexicana, el Nobel no le llegó fácilmente. Irónico es que en la historia de la literatura mexicana tendrán un nicho colocado a la misma altura: Paz en poesía y ensayo, y Elena en teatro y narrativa”.
Explica: “Los escritores no escribimos para un público, ni menos para una editorial, sino para alimentar nuestros ángeles y castigar nuestros demonios. Cuando la obra se publica o se monta, es para mí un milagro, como si besara una mano y de ella saliera una paloma volando. He publicado más de ochenta libros, en cada uno hay rasgos de mi vida. Después de mi esposa y de mis tres hijos, mis libros son lo más valioso que tengo. Cada obra es una apuesta a la vida, una búsqueda por descifrarla en sus secretos, y una entrada al Misterio”.
Por lo mismo, para Guillermo Schmidhuber ver estrenada en un escenario capitalino, por primera vez la obra (aunque se había montado ya en Monterrey, y en Querétaro, también en Buenos Aires, Argentina, pero hasta ahora en la Ciudad de México), es un real Homenaje a Elena Garro: “Estoy feliz sobre todo por ella —enfatiza. En varias ocasiones he sentido como si Elena, desde donde esté, me hiciera un guiño. Estoy tan entusiasmado por el montaje producido por Isabel Puente, y por oír la voz de Elena Garro vuelta a la vida en un escenario, que esto se convierte en una verdad teatral signada por la admiración por la mujer, la amiga, la escritora, la dramaturga. ¡Todo sea por Elena!”, concluye el descubridor de La segunda Celestina de Sor Juana Inés de la Cruz, descubrimiento nodal en la historia de nuestra literatura que evaluó, avaló publicó, editó y prologó Octavio Paz en Ediciones Vuelta, a principios de los noventa.
En Busca de un Hogar Sólido, Homenaje a Elena Garro, obra original de Guillermo Schmidhuber, con la actuación y producción de Isabel Puente, se estrena el sábado 27 de agosto en el Foro Cultural Luis Vázquez (Centro Cultural de la Diversidad, Colima 267-269, Colonia Roma, Metrobús Álvaro Obregón, reservaciones al 5514-2565) en punto de las 20:00 horas. Y posteriormentre tendrá funciones todos los sábados a la misma hora, hasta el 15 de octubre.

