Mexicanos en Juegos Olímpicos

La actuación de la delegación mexicana en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, al cierre de esta colaboración, está llamada a ser una de las peores en toda la historia del olimpismo en México, con 125 deportistas (la mayor cantidad desde la Olimpiada de Barcelona, España en 1992) viajando a territorio brasileiro intoxicados de ilusiones y expectativas, pero regresando, prácticamente todos, con las manos totalmente vacías y creyéndose en verdad ese patético aforismo de que “lo importante no es ganar, sino competir”.

Este fin de semana se realizará la ceremonia de clausura de lo que fueron apenas los segundos Juegos Olímpicos celebrados en territorio latinoamericano (los primeros fueron justo los de México 1968) y, a juzgar por los magrísimos resultados obtenidos, una vez que el telón de Río 2016 caiga por completo, se antoja que aquí en nuestro país sean llamados a rendir cuentas.

Y la lista de nombres no es reducida, creánme. Pero en la parte más alta, por supuesto, debemos considerar a los señores Alfredo Castillo Cervantes y Jesús Mena Campos, titulares de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte durante este sexenio y también a Carlos Padilla Becerra, presidente del Comité Olímpico Mexicano, tres personajes que, dada la relevancia de sus cargos y la incompetencia que han enseñado para desempeñarlos, son los principales culpables de que los avances registrados en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, cuando se lograron siete medallas, incluido un histórico oro en futbol soccer varonil, prácticamente se hayan ido por el retrete.

¡Sí, ellos tres le jalaron a la cadena!

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Sin embargo, hay que reconocer que esta tragedia, que por cierto tiene con muy mal semblante a millones de mexicanos, que están tristes y enojados porque en esta ocasión por ningún lado aparecieron los héroes olímpicos que tanto esperan cada cuatro años, se gestó muchísimo tiempo atrás, cuando desde el gobierno se determinó que el deporte en México, su práctica, fomento y difusión, no es prioritario.

¿Qué tal si desde la mismísima reforma educativa, recién proclamada y puesta en marcha, se le da, por ley o por decreto, un real y verdadero impulso al deporte mexicano?

En toda la historia del olimpismo moderno México sólo ha podido capturar un total de 62 preseas olímpicas (13 de oro, 21 de plata y 28 de bronce), cifra que, considerando que somos una nación habitada por casi 120 millones de personas y que supuestamente está en el grupo de los 15 países con las economías más poderosas del mundo, se antoja ridícula.

Si los señores Castillo y Padilla pudieran leer este párrafo, estoy segura que se les caería la cara de vergüenza y en automático renunciarían a sus cargos.

Lamentablemente, como cada cuatro años, cada que se repite esta vieja historia, nadie hará nada y no va a pasar nada.

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