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Existe una política, y es no hacer política, por más contradictorio y paradójico que parezca.
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Entrevista con Sergio Varela | Sociólogo del deporte e investigador de la UNAM

Por Irma Ortiz

 

Para los mexicanos, la participación de sus compatriotas en los Juegos Olímpicos y en otras justas deportivas representa primero la esperanza y después… el desánimo, el enojo.

Y es que cuando vemos que nuestros deportistas se quedan a la zaga se inician los cuestionamientos, todos se convierten en especialistas. Para algunos analistas nuestro país conseguirá más éxitos en las justas deportivas cuando administre eficientemente los recursos y el talento de deportistas y entrenadores; cuando se acabe la política del compadrazgo y la corrupción.

Lo cierto es que las estrellas deportivas a lo largo de la historia del deporte nacional primero han tenido que demostrar que tienen el talento para destacar y luego reciben el apoyo de federaciones y organizaciones gubernamentales. No se trabaja en el crecimiento de los futuros campeones como sucede en otros países, salvo en contadas excepciones.

¿Y qué hay de la mentalidad de nuestros deportistas?, sobre el tema habla a Siempre! Sergio Varela, sociólogo del deporte e investigador de la UNAM.

¿Existe una política de Estado en materia de deportes?

Existe una política, y es no hacer política, por más contradictorio y paradójico que parezca. Hacerse un poco de la vista gorda ante las problemáticas que aquejan el deporte y a la sociedad. El Estado omite sus responsabilidades constitucionales en materia de educación física, de impartición de asignaturas en las propias escuelas acordes con las necesidades de la población para su bienestar físico.

El Estado deja al mercado lo relativo a la práctica deportiva; se hace a un lado de manera deliberada para no aportar recursos que son tan necesarios: la salud, el bienestar físico de los individuos, que es parte integral de la vida humana.

Las implicaciones son elocuentes: México es uno de los países con mayores índices de obesidad y diabetes en el mundo. El mercado no lo va a resolver, al contrario, afianza su dominio a través del consumo de refrescos, de azúcares; venden el veneno y al mismo tiempo la cura, como el agua embotellada. No da ninguna respuesta integral, que correspondería al Estado darla: educación física, movilidad permanente, ejercicios involucrados en prácticas deportivas y ejercicio sistematizado. Los corredores tienen que ganarle terreno a la calle para salir a correr, los ciclistas igual, los futbolistas pagan en ligas privadas, que cuestan.

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¿Esto qué significa para un país? Naciones disímbolas como Estados Unidos o Cuba tienen excelentes deportistas.

La diferencia es clara, el Estado cubano aporta de manera sistemática a través de planes de larga duración, oferta a la población para practicar deportes que, de otra manera, no podrían hacer; algunos deportes tan elementales como el basquetbol, donde no se requiere de mayor infraestructura pero sí de técnica y de una tecnología para la enseñanza adecuada, con el voleibol sucede lo mismo.

Si se hace de manera masiva, la población tiene posibilidades de recrearse, de ejercitarse en espacios urbanos que forman parte de la vida cotidiana, circunstancia que en México no existe; en Estados Unidos están las universidades, parques públicos, donde la gente puede practicar con relativa seguridad y eficacia algún ejercicio físico. En México, no existe ni la infraestructura ni los recursos humanos para llevar a cabo algo así, la gente está fuera de esa posibilidad.

¿Qué peso tiene cuando hablamos del orgullo, del alma de una nación?

Lo vemos en los Juegos Olímpicos, la gente está desencantada. Uno pensaría que México como país tendría que tener una representación mayor en el medallero olímpico, una representación digna cuatro, cinco medallas. La gente pensaría: ahí está representado el deporte mexicano, pero salvo el boxeador que ganó y tiene asegurada la medalla de bronce, y los taekwondoínes que podrían ganar [ya fueron descartados], o la clavadista Paola Espinoza, no tenemos casi nada. La gente está deseosa también de tener algo bueno que festejar.

El deporte toca fibras muy sensibles del mexicano. Vivimos una crisis social, de corrupción que se refleja en el deporte…

La disputa entre el Comité Olímpico Mexicano y la Conade es de una larga duración y se arrastra desde hace varios sexenios. De las disputas entre estas instancias y las federaciones dan cuenta las anécdotas que leemos en la prensa: si los atletas que van a juegos olímpicos y panamericanos no llevan acreditación, no tienen uniformes y tienen que buscar alojamiento, incluso a veces comida o recurrir al boteo que volvió famoso el boxeador Misael, y lo tienen que hacer para mantenerse, porque no les depositan fondos. Cualquier persona medianamente sensata sabe que eso pone en estrés a cualquier persona y seguramente la saca de concentración.

¿Qué mentalidad se les inculca a nuestros deportistas?

Varía, hay algunos que sí reciben recursos que les permiten competir y están bien afianzados: los de la élite. Sé que la Federación de Taekwondo es una de ésas y por eso ganan medallas, porque al final su federación responde y eso genera una mentalidad relativamente ganadora y medallas.

Sin embargo, los atletas son víctimas de esas redes de corrupción y de circunstancias adversas que se dan antes, durante y después de las competencias. ¿Por qué no lo lo denuncian? Porque tienen miedo de documentar que son víctimas de todo este sistema de corrupción que se da, es tener una mentalidad perdedora de alguna manera porque están más preocupados por otras cosas que por la competencia.

El sistema del deporte mexicano es un reflejo de la élite de este país: depredadora y corrupta. Se ve en las redes sociales, el desánimo nacional. Hay que poner la situación en una dimensión justa, los atletas en alguna medida son responsables, pero son los menos responsables de los resultados que se están dando. Se les pueden achacar cosas por su bajo desempeño, pero la política institucional de la Conade y del COM son los verdaderos responsables del fracaso nacional.