El próximo gobernador de Durango

 

 

 

El próximo 15 de septiembre, el panista José Rosas Aispuro Torres rendirá protesta como nuevo gobernador del estado de Durango, una entidad que, pese a su enorme potencial, vio pasar de noche la gestión de Jorge Herrera Caldera, quien para su mala fortuna accederá a los anales de la política duranguense como el mandatario priista que le entregó el poder a la oposición. Y aunque por las venas de Rosas Aispuro llegó a correr sangre tricolor en el pasado, lo cierto es que su renuncia al PRI hace más de seis años ya, cuando le cerraron las puertas para contender por la gubernatura en aquel entonces, fue un hecho que le redefinió su visión y filosofía políticas.

Alcalde, diputado local, diputado federal y ahora gobernador electo, José Rosas Aispuro es un hombre que tiene facilidad para llegarle a la gente. Desde que inició su carrera en la política, a inicios de la década de los ochenta, entendió que la clave del éxito en esta actividad tiene mucho que ver con dos factores: uno, abrazar una convicción, más allá de siglas y colores; y dos, nunca alejarse de aquéllos a quienes verdaderamente está destinada la acción política: los ciudadanos.

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El miércoles pasado, el gobernador electo de Durango estuvo en la Ciudad de México para reunirse en la residencia oficial de Los Pinos con el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, encuentro que aprovechó para transmitirle los proyectos y acciones que emprenderá apenas tome posesión, todos encaminados a impulsar el desarrollo en un estado que tal pareciera que vivió una especie de congelamiento en los últimos seis años.

Las necesidades de la población duranguense son muchas. Y para empezar, Rosas Aispuro procederá a realizar una auditoría que, de acuerdo con los coordinadores del proceso de entrega-recepción, es más que necesaria porque la deuda pública de Durango es como una especie de “Santo Grial”, todo el mundo habla de ella pero nadie sabe a cuánto asciende. Así que durante las semanas venideras se estarán revisando aspectos preponderantes de la administración estatal, como las finanzas, la obra pública, la salud y la seguridad pública, entre otros.

Cierto, la alternancia, ahora con el PAN encabezando la administración, le presenta al estado de Durango diversos retos. Sin embargo, en el terreno de los hechos Rosas Aispuro debe materializar de inmediato varias de las promesas lanzadas al calor del proselitismo. A la gente no se le va a olvidar que, entre muchas otras cosas, les prometió llevar ante la justicia a todos aquéllos que abusaron del poder; pero también debe conformar un gabinete capaz y que el perfil de sus integrantes contemple ostentar una buena reputación pública y que realmente tengan conocimiento y dominio de los terrenos en los que serán ubicados. En pocas palabras, el próximo gobernador debe y tiene que sacudirse las rémoras y sanguijuelas que durante décadas han estado enquistadas en el organigrama gubernamental.

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