Entrevista a Renata Méndez | Investigadora y asesora de derechos humanos de Amnistía Internacional-Brasil

Por Nora Rodríguez Aceves

Frente a la inseguridad pública que se vive en Río de Janeiro, sede de los Juegos Olímpicos 2016, las preocupaciones de Amnistía Internacional-Brasil están enfocadas en la cifra de elementos de las fuerzas de seguridad que vigilarán el evento, así como el envío del Ejército y otras fuerzas de seguridad federales a las favelas (ciudades perdidas) como parte de la estrategia de seguridad.

Existe la preocupación de que se cometan violaciones a los derechos humanos, sin realizar investigaciones adecuadas y enjuiciamientos sobre incidentes recientes y pasados, en los que podrían estar implicados algunos funcionarios.

Un estudio realizado por las fuerzas armadas y la Secretaría de Seguridad Pública cariocas anuncian que se desplegaría al Ejército en al menos seis favelas —las más cercanas a las sedes— y la operación de seguridad en los eventos deportivos.

El secretario de Seguridad Pública del estado de Río de Janeiro, José Mariano Beltrame, informó que “los planes de seguridad para Río incluían el despliegue de alrededor de 65 mil policías y hasta 20 mil soldados para vigilar los Juegos, en lo que constituye la mayor operación de seguridad de las historia de Brasil”.

 

Militarización de favelas

Reconocido Brasil como uno de los países más violentos del mundo, cifras del Instituto de Seguridad Pública señalan que 2015 cerró con mil 202 homicidios frente a los mil 237 que hubo en 2014, y con 37 mil 133 casos de robos a transeúntes en comparación con los 39 mil 687 del año anterior.

Así, los homicidios cayeron de 4 mil 942 a 4 mil 197; mientras que los robos descendieron de 80 mil 463 a 65 mil 560 en comparacion con el año anterior.

Pese a esta tendencia positiva, la sensación de inseguridad en Río ha crecido en los últimos años, debido a la crisis económica que sufre el país, con brotes de criminalidad en la zona centro y en las playas turisticas, así como el aumento en el abuso de poder de las fuerzas armadas cariocas en las zonas más pobres del país.

Una gran preocupación para Amnistía Internacional-Brasil es la actuación de las fuerzas armadas “porque no tienen el rol de actuar como policía, están capacitados para la guerra y no para la seguridad ciudadana. Los militares ya han sido utilizados en Río de Janeiro en otras ocasiones para hacer la función de policía en favelas y ha dejado un sin número de violaciones a los derechos humanos”, afirma Renata Méndez, investigadora y asesora de derechos humanos de Amnistía Internacional-Brasil.

“No sólo preocupan los militares, sino tambien la llamada Fuerza Nacional de Seguridad que en eventos deportivos pasados ha sido desplazados a la ciudad. En los Panamericanos de 2007, una operación de la policía de Río en conjunto con la Fuerza Nacional de Seguridad dejó 19 muertos. Investigaciones de peritos independientes revelaron que la mayoría de estas personas fueron ejecutadas extraoficialmente, pero el caso no ha sido responsabilizado”.

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El Estado debería de garantizar espacios o mecanismos claros de denuncia de violaciones para que las comunidades, los que viven en las favelas, los que viven en la ciudad, puedan denunciar o reportar violaciones de derechos por parte de los militarse y de la fuerza nacional. Las autoridades deben garantizar que los casos sean investigados y se garantice la responsabilidad de estos.

De acuerdo a un estudio realizado por investigadores brasileños, ”más de 500 favelas se sitúan a las laderas de Río de Janeiro, sobre terrenos inadecuados para el desarrollo comercial. Algunas tienen miles de residentes, otras sólo algunos centenares”.

“La mayoría de familias —agrega el estudio— tiene electricidad, adquirida legal o clandestinamente y unos pocos hasta disfrutan de una antena parabólica, pero la vida en las favelas es difícil y peligrosa. Por las noches, sus calles están en manos de los traficantes de drogas, que emplean a niños como mensajeros y vigías, pagándoles hasta 300 dólares”.

A pesar de la miseria, la violencia y el narcotráfico, sobre todo en las favelas más grandes ubicadas a las afueras de la ciudad, en donde sus habitantes sufren problemas de seguridad, educación y desigualdad, también es cierto que algunas –en la Zona Sur de Río- llevan años pacificadas, se han convertido en un atractivo turistico.

 

Violaciones de derechos humanos

En el marco internacional de los Juegos Olímpicos Río 2016, lo que Amnistía Internacional-Brasil trabaja “es el tema de violaciones de derechos humanos en operaciones policiacas y operaciones de seguridad pública. Río de Janeiro ha recibido tres mega eventos deportivos en los últimos 10 años: Los Juegos Panamericanos en 2007, el Mundial de Futbol en 2014 y hoy los Juegos Olímpicos en 2016”.

“Cuando revisamos estos años —dice Renata Méndez— se repiten violaciones de derechos humanos en operaciones policiacas. Una constante es el aumento en el número de personas muertas por la policía durante las operaciones de seguridad pública en Río. En el año 2007 aumentó el 30% en comparación con el año anterior, 2013; en 2014 este aumento ha sido del 40%. Las autoridades brasileñas y los organizadores de los Juegos Olímpicos no han aprendido de las experiencias anteriores y vemos que el número de personas muertas ha aumentado entre abril y junio el 100% en comparación con este mismo periodo en el año pasado”.

En términos de dónde y cómo suceden estas muertes, los datos señalan que por lo general se dan en las favelas y en las areas marginales de la ciudad durante las acciones operaciones policiacas que resultan en muerte. La policía dice que estas muertes fueron en legitima defensa, que había una confrontación, un enfrentamiento con grupos criminales, que actuaron dentro de la ley.

“No podemos aceptar —dice Renata Méndez— este discurso de las autoridades de que este número muy alto de muertes son en legítima defensa, porque ya hemos investigado y hemos visto que la patronización de la actuación de la policía es en realidad la ejecución extrajudicial”.

La violencia de la policía tiene raíces históricas en todo Brasil. Hay algunas razones que hacen, que alimentan y perpetúan esta violencia por parte de la policía. La policía ha sido creada y ha recibido capacitación, todo el entrenamiento, enfocado para una lógica de represión y de guerra, la policía no se ve como una institución y un instrumentos de garantías de derechos.

No tienen una función de protección de la vida, se ven como instrumento de represión y de control social y en realidad, las muertes son vistas como un indicativo de productividad, la muerte es vista como un suceso, incluso en los años noventa había una gratificación que era incorporado al sueldo de los policías de acuerdo con el número de personas que ellos mataban.

Esto ya no existe hoy en términos de compensación financiera de acuerdo con el número de personas muertas, pero esa idea de que el rol de la policía es matar, está muy presente dentro de las fuerzas policiacas. Por ejemplo, hay un batallón especial de la policía en Río que se llama BOPE —Batallón de Operaciones Policiales Especiales— que debería ser una fuerza de élite y su símbolo, su logo oficial es una calavera con una pistola por detrás, es la muerte, hay una cuestión simbólica muy fuerte que tiene que cambiar porque mientras el Estado comprenda a la policía como una fuerza de represión y de control social, mientras ellos vean que el rol de la policía es reprimir y matar esa situación no cambiará. Hay una cuestión simbólica y de lógica de las operaciones de seguridad pública que tienen que cambiar.

Del otro lado, está la no investigación de los abusos y las violaciones de derechos humanos cometidas por policías y la consecuente impunidad. Los casos de homicidios practicados por policías que no son investigados y se quedan impunes, esta impunidad alimenta todo este ciclo de violencia por parte de la policía porque envía un mensaje para la policía en el sentido de que ellos pueden matar, pueden ejecutar y nada les pasará. Ellos actúan con total seguridad de impunidad por sus abusos.