EDITORIAL
[gdlr_text_align class=”right” ][gdlr_heading tag=”h3″ size=”26px” font_weight=”bold” color=”#ffffff” background=”#000000″ icon=” icon-quote-left” ]
El “¡ya basta de corrupción!” es el grito que, en representación de los mexicanos, dio de manera inédita la embajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson.
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[gdlr_dropcap type=”circle” color=”#ffffff” background=”#555555″]L[/gdlr_dropcap]a frase no provino de un activista o una ama de casa; de un partido de oposición o de un defensor de los derechos humanos. El “¡ya basta de corrupción!” es el grito que, en representación de los mexicanos, dio de manera inédita la embajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson. Si fuera mexicana, sería la mujer ideal para ocupar en 2018 la Presidencia de México.
El ¡ya basta de corrupción! es, efectivamente, lo que millones quieren salir a gritar a la calle. Como bien dice Roberta Jacobson, los mexicanos podemos estar divididos en todo: en el futbol, en la lucha libre o incluso en el tipo de tortillas que nos gustan, pero hay un tema que rechazan y hoy agrupa a todas las conciencias: la corrupción.
La diplomática recurrió a las Águilas y a las Chivas, al Santo y a Blue Demon para matizar la parte central de su declaración. La población de México, dijo, trata de unir fuerzas para tomar acciones contra la corrupción y “hacer que sus voces se escuchen en las urnas”.
Sus palabras, pronunciadas ante los presidentes de las mesas directivas de las cámaras de Diputados y Senadores, revelan no sólo el sentir de una diplomática singularmente carismática sino el análisis de prospectiva que está haciendo Washington sobre México y las elecciones de 2018.
Lo dicho por Roberta Jacobson refrenda lo que aquí en estas mismas páginas dijimos sobre el resultado electoral de 2016: “Es la corrupción, estúpido”, como la forma más contundente de explicar la derrota del PRI en los pasados comicios y cuando muchos andaban buscando explicaciones en el “más allá”.
Y es la causa, el motivo, que puede llevar al partido en el gobierno a perder la Presidencia de la República dentro de dos años.
Roberta Jacobson le dice al gobierno mexicano “¡aguas!”, porque el electorado está decidido a castigar con su voto la corrupción oficial.
Ojalá y los asesores gubernamentales y el PRI mismo tomen sus palabras como lo que son: un aviso, un consejo para que, de una vez por todas, se tomen medidas que permitan al partido en el poder recuperar la credibilidad perdida.
Y esto no es —como muchos critican a la autora de estas líneas— hablar mal de un partido en el que milito sino encarar una realidad que le está haciendo daño a México.
Tampoco significa minimizar la hipocresía moral del PAN, partido que opera como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. El panista Jekyll impulsa, por un lado, la creación del Sistema Nacional Anticorrupción; y por el otro, el panista Hyde convierte en candidato a la gubernatura de Veracruz a Miguel Ángel Yunes, acusado de peculado y lavado de dinero; o bien negocia y presiona para que el exgobernador de Sonora Guillermo Padrés no vaya a la cárcel.
Lo que nos está diciendo también Roberta Jacobson es que la corrupción en México ya se convirtió en un asunto de seguridad nacional e internacional.
Basta ver la imagen vergonzosa y ofensiva que fue a dar a Río de Janeiro el director de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, Alfredo Castillo, para entender porqué México tiene fama en el extranjero de ser un país corrupto.
Mientras los deportistas mexicanos no conseguían obtener una sola medalla en las olimpiadas —muestra de que no existe una política de Estado en materia de deporte—, Castillo se divertía públicamente con su pareja sentimental y atribuía el fracaso a un complot internacional.
El ¡ya basta de corrupción! es también un ¡ya basta de frivolidad! Las palabras de la embajadora norteamericana no pudieron ser más oportunas.
Roberta Jacobson habla como si tuviera alma mexicana. Lástima que no lo es. Encarna la postura que la mayoría de los mexicanos desean, necesitan ver en el próximo candidato a la Presidencia de México.
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