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Nuestro país no figura en el concierto internacional en materia deportiva.
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Delegación mexicana en Río 2016

Parece no sorprender que por enésima ocasión la delegación mexicana no reporte medallas en los Juegos Olímpicos edición Río de Janeiro, digamos que se reitera el ciclo fallido en el que nuestro país deambula en los últimos sitios; no hay políticas de Estado en materia deportiva sino que cunde la improvisación.

La Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) está dirigida por un exfiscal, cuyo mérito es ser amigo del presidente Enrique Peña Nieto y haber dejado un río revuelto en Michoacán y haber encarcelado a José Manuel Mireles.

Todo parece indicar que lo único que reportará la delegación olímpica mexicana son anécdotas, Alfredo Castillo Cervantes afirmó que la Conade no tiene que ver con la obtención de medallas porque únicamente es una agencia de viajes, su comportamiento al frente de esa instancia parece acercarse más bien al de un agente del ministerio público, su trayectoria no tiene relación con el deporte organizado.

En su paso por Michoacán, como comisionado especial para combatir la delincuencia, solía enfundarse en la camiseta del club Barcelona y patear balones, acudir a conciertos con el entonces gobernador Salvador Jara Guerrero, al final dejó una entidad con muchos pendientes.

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Nuestro país no figura en el concierto internacional en materia deportiva, algunos medallistas han logrado triunfos que se deben más a su talento, disciplina y coraje porque no se han construido políticas de fondo, no hay planeación coherente, parece que cada sexenio todo se reinventa aunque este rubro jamás ha sido prioridad.

Si miramos en retrospectiva, recordaremos que las clases de educación física en primaria y secundaria no fueron más allá de trotar, jugar una “cascarita” o dibujar canchas en un blanco cuaderno, muchos de los profesores de la materia incluso registraban sobrepeso.

No se ha tomado en serio el deporte, lo que sucede en Río de Janeiro es la prolongación de una constante en la que se ha manifestado el desdén permanente. La cultura y el deporte son un binomio imprescindible para restaurar el tejido social tan maltrecho, erosionado por el avance del crimen que en las últimas semanas ha dejado un saldo dantesco.

Lo que ha sucedido en Río de Janeiro desnuda la falta de planeación, la atrofia en el deporte organizado, los pleitos infecundos de Alfredo Castillo contra algunas federaciones deportivas, el tratamiento a muchos atletas ha sido denigrante.

La nota de lo sucedido en Brasil no estaba en los atletas sino en la acompañante de Castillo Cervantes, la participación mexicana en las olimpiadas ha sido testimonial, sin las luces de los éxitos; las autoridades han sido indolentes aunque con el verbo fácil para justificar los yerros o pretender atenuarlos.

En Río de Janeiro las derrotas fueron múltiples y la Conade se transformó en onerosa “agencia de viajes”, aunque seguramente para el gobierno no pasa nada como siempre.