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Asumirán el poder. Y, quieran o no, se verán obligados a gobernar.

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Corral, Joaquín y Yunes

 

Al gobernar, aprendí a pasar de la ética de

los principios a la ética de las responsabilidades

Felipe González

 

José Fonseca

Durante el inminente otoño habrán de tomar posesión los gobernadores electos de Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo.

Los tres deben su triunfo a una campaña política centrada en demoler las figuras de los mandatarios salientes. Cada uno a su estilo, aprovechó el descontento en algunos casos, y en otros la indignación con las gestiones de quienes serán sus antecesores.

Sus triunfos, festejados por tantos como triunfos de la democracia, en realidad fueron conseguidos porque tanto Javier Corral, como Miguel Angel Yunes y Carlos Joaquín aprovecharon lo que el filósofo vasco Daniel Innerarity llama la exasperación social.

Ellos, con astucia y habilidad se encargaron de exacerbar la exasperación de los ciudadanos y ciudadanas de Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo.

Cada una de las tres entidades tiene realidades distintas, aunque las tres están endeudadas y unas más que otras, tienen problemas de seguridad.

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Durante los tiempos de transición, hasta que llegue el momento que asuman el poder, Corral, Yunes y Joaquín, habrán de mantener con matices el discurso escandaloso e indignado de la campaña. Así mantendrán su figura vigente ante los ciudadanos que les dieron la mayoría de votos.

Sin embargo, tarde o temprano asumirán el poder en sus respectivas entidades. Y, quieran o no, se verán obligados a gobernar, lo cual significa empezar a atender los problemas de los ciudadanos y ciudadanas que votaron por ellos. Y, por supuesto, también los problemas de quienes no votaron por ellos.

El exitoso discurso acusador, las promesas de meter a la cárcel a los antecesores podría no ser suficientes para los gobernados, pues por mucha indignación que exista, tarde o temprano, aunque los gobernadores acusados de corrupción estén en la cárcel, los votantes empezarán a preocupase por los problemas cotidianos.

Y, si bien el discurso es una de las más poderosas herramientas para ganar una elección, el hecho crudo es que no se puede gobernar sólo con discursos. Tarde o temprano los ciudadanos y ciudadanas exigirán acciones que atiendan sus problemas.

Y, dijo Felipe González, llegará el tiempo de las responsabilidades.

El tiempo dirá si los tres mandatarios electos estarán a la altura de esas responsabilidades.

 

                                   jfonseca@cafepolitico.com