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Por sus ideas fue condenado a muerte; logró escapar y anduvo de país en país hasta que llega a México en mayo de 1924.

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Entrevista con Malú Montes de Oca | Hijastra

 

Por Jacquelin Ramos

El enigma sigue vivo: ¿quién es Ret Marut, Goetz Ohly, Heinrich Otto Becker, Traven Torsvan Croves, Hal Croves o B. Traven? A más de cuatro décadas de su muerte, la respuesta a esa incógnita ha cambiado, no se busca porque se hubiese convertido en el rey del disfraz o en el celoso motivo de ambiciosas pesquisas periodísticas, que se disputaban furiosamente la primicia de haber descubierto la verdadera identidad del excéntrico narrador de historias. La respuesta, hoy, la podemos encontrar con el simple hecho de abrir alguno de los tantos libros que dan testimonio del personaje extraordinario y creador fuera de lo común.

El autor de novelas como El barco de los muertos y La rebelión de los colgados declaró una y otra vez que lo único que le importaba era su obra, no el autor, y en ello está de acuerdo su hijastra Malú Montes de Oca de Heyman, que en entrevista exclusiva para Siempre! describió a quien considera su padre no como un misterio, sino como el Traven íntimo, enamorado de su madre, cariñoso con ella y su hermana Rosa Elena. El narrador que siempre lamentó no ser considerado un escritor mexicano, a pesar de haberse nacionalizado en 1951 y que su obra principal tiene como escenario nuestro país.

En la conversación, Malú mostró parte de los tesoros que resguarda en su inmueble de la zona de Polanco. Zapatos, sombreros, una máquina de escribir Remington, la maleta con la que viajó Traven a la selva de Chiapas, su enorme biblioteca personal, así como alteros de ejemplares de la revista Siempre! —donde publicaba— y que sigue siendo testigo del trabajo y la historia de a quien se le llamado Bruno Traven.

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Dulce, tierno e instruido

¿A qué atribuye el enorme misterio que gira en torno a su padrastro?

No me gusta hablar tanto de Traven como el misterio, a él le molestaba; quizá sólo escondía algo de su pasado o simplemente no le gustaba hablar de ciertas etapas de su vida, por ejemplo: era anarquista, no como los actuales, sino de esos anarquistas librepensadores, que odiaban las ataduras y los gobiernos fuertes. En esa época, Alemania tenía un orden estricto, así que por sus ideas fue condenado a muerte por el gobierno de aquel país; logró escapar y anduvo de país en país hasta que llega a México en mayo de 1924. Se puede decir que su salida de Alemania es el inicio de una vida enigmática, a donde decidió huir y no volver a hablar de sí mismo.

En realidad Traven era tímido, a pesar de que tuvo diferentes facetas artísticas, por ejemplo cuando utilizó el seudónimo de Ret Marut, que utilizó cuando se desarrolló como actor en Alemania; tenía su propia publicación de Der Ziegelbrenner (El fundidor de ladrillos); él lo escribía, imprimía y repartía. En aquel diario reflejaba mucho su pasión por el futuro, su conciencia social de cómo podemos vivir mejor todos sin imposiciones.

Pero, ¿cómo se hace un personaje misterioso?, traten de esconder algo de su vida y siempre estarán detrás, es inevitable. Es lo que le sucedió a Traven, ganó inmediata popularidad al difundir los temas recurrentes del México posrevolucionario en países como Alemania, España, Estados Unidos y Rusia. Sin embargo, prohibía a sus editores por contrato, decir nada biográfico, fue su deseo de toda la vida.

El gran misterio es que no quería que estuvieran atrás de él. Es un asunto que no se debe juzgar, sólo respetar. Decía “júzguenme por lo público, no por mi vida privada, lo único que quiero es vivir en paz y ser creativo”.

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¿Quién era el Traven íntimo? ¿En qué momento de su vida llega la familia Montes de Oca?

Cuando muere la traductora de Traven, Esperanza López Mateos —hermana del presidente Adolfo López Mateos—, un norteamericano que estuvo en la Guerra Civil española pone en contacto a Traven con mi mamá, Rosa Elena Luján, en 1952, e inmediatamente empiezan a trabajar juntos. Mi mamá ya estaba separada de mi padre, Carlos Montes de Oca, provenía de una familia rica. Mi hermana Rosa Elena y yo estábamos internadas en Estados Unidos, teníamos entre 10 u 11 años de edad. Es entonces cuando nos llega una carta muy tierna por parte mi mamá, que narraba que había conocido a un hombre sumamente inteligente y con el que deseaba contraer matrimonio.

Cuando se casan, venimos a conocerlo y nos simpatizó. Recuerdo una anécdota cuando lo conocimos. Mi mamá siempre nos dio autonomía para escoger nuestra religión, aunque nos inclinábamos más por la católica ya que veníamos de un colegio de monjas.

Aquel día mi hermana mayor me dijo: “si habla algo en contra de nuestra religión, tú te levantas inmediatamente de la mesa”. Cuál fue la sorpresa, Traven era la gente más dulce, tierna e instruida. Cuando empezó a hablar de política, mencionó algo sobre la religión; mi hermana estaba tan embelesada en la conversación, que sólo yo me levante de la mesa, siguiendo las ordenes que me había dado. En ese momento, mi mamá me sentenció: “ofreces disculpas y empiezas a tener una mente abierta hacia la opinión de los demás”.

Desde ese día Traven se convirtió en una figura importante para nuestra familia. Mi padrastro le decía a mi mamá: “quien quiere a la rosa, quiere las espinas”. Nosotros éramos las espinas, pero lo decía en broma, porque nos quería mucho.

Cuando regresamos a estudiar a Estados Unidos, Traven nos mandaba unas cartas preciosas, nos platicaba sobre los tigres de las montañas de Acapulco. Las cartas permanecen inéditas y deberíamos publicarlas algún día. Ellas reflejan su creatividad, plasmada en cada una de sus oraciones, parecen cuentos.

 

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Sabía su verdad, no se lo dijo a nadie, ni siquiera a mi hermana o a mí.
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Linea de tiempo de B. Traven

 

 

La B, porque vivía aquí su segunda vida

¿Su mamá sabía de la verdadera identidad de Traven?

Mi mamá sabía todo de él, y lo comprendía, decía: “cómo me piden que hable de lo que le molesta a mi marido, nunca lo haré”; indudablemente Traven se sentía protegido con mi mami, y con México. Sólo tengo mis dudas de dos o tres cosas, pero no son importantes, por ejemplo, si nació en 1882 o en 1890, en lo personal no creo que naciera en el 82, porque yo no vivía con un hombre tan viejo, era imposible, porque era un hombre tan lúcido y con tanta energía, que no lo creo.

Tenemos sus documentos, todos dicen lo que él quería que dijeran. Inventó muchas cosas sobre su origen, sobre su vida. Desde luego sabía su verdad, pero ella no se lo dijo a nadie, ni siquiera a mi hermana o a mí. No es que haya adoptado otra identidad, puesto que su ser está en todo en lo que el escribió, por eso el lema de mi padrastro era: mi obra y mi vida están en mis libros, ése soy yo.

¿En que momento se convierte en B. Traven? ¿Por qué se dice que hasta su muerte le pesó su origen alemán?

Ret Marut desaparece cuando sale de Alemania. Se convierte en Traven Torsvan para lo legal. Hal Croves lo utiliza cuando le interesó hacer guiones cinematográficos. Llega el nombre de B. Traven para el escritor y autor de todos los libros que se publicaron en el mundo. Utilizó la B en su nombre porque decía que en México vivía la segunda parte de su vida. Lo de Bruno surge porque así le ponían en las ediciones pirata de sus libros. Él lo supo, pero no dijo nada, le servía para despistar a quienes querían conocerlo.

Nunca le pesó ser alemán, lo que pasa que no le gustaba la política de ciertos periodos en ese país. Negaba ser alemán por miedo y por su condición de anarquista. Sin embargo, pisa nuevamente Alemania en 1959, en una estancia corta, cuando se estrena la película Barco de los muertos. Mi mamá lo convence con el pretexto de que hay mejores aparatos allá para el problema auditivo que lo aquejaba. Incluso en las fotos con todos los directivos de Universum Film Ag, trataba de esconderse, en muchos casos también ya era por costumbre.

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Antropología, arqueología y etnografia, otras facetas de Traven poco conocidas…

En 1926, Traven pide permiso al gobierno de México para hacer una expedición y estudiar el problema de la langosta; en realidad lo que le interesaba era la cuestión arqueológica. Empieza a observar que importantes monumentos están sepultados a flor de tierra y hace un registro a través de otra de sus pasiones: la fotografía. Decide no hablar de ello, para evitar el saqueo acostumbrado.

Cuando se hace la investigación de la muestra que se presenta ahora en el Museo de Arte Moderno, Antonio Saborit, director del Museo de Antropología, se queda impresionado al observar una foto de los años 20; no puede creer que ahí se encuentre tirado nuestro Tláloc, con pasto por todas partes.

Traven sabía muy bien lo que hacía con su registro arqueológico. Tomó clases de arqueología, le interesaba mucho la cultura mexicana, siempre la respetó y quiso saber quiénes eran los antepasados de la gente a quien amaba.

Con la fotografía, Traven logra relacionarse con los fotógrafos Tina Modotti y Edward Weston, con los que mantiene una gran amistad. Con Modotti tuvo un proyecto sobre los murales mexicanos, deseaban darlos a conocer en todo el mundo. Nosotras heredamos una colección de fotografías de Modotti, selladas y firmadas, que decidimos vender al MoMA, ya que no teníamos las condiciones para conservarlas.

 

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Era anarquista, odiaba las ataduras y los gobiernos fuertes.
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Le dolió no ser un escritor mexicano

¿Se lamentó en algún momento por no ser reconocido como un escritor mexicano?

No sabes como le dolió, Traven escogió a México como su patria, decidió ser mexicano —se nacionalizó en 1951—, se casó con una mexicana, a nosotras nos consideró como sus hijas y somos mexicanas. Le dolía que cuando nombraban escritores nacionales no lo mencionaran, siendo que había tantos otros que tienen mezcla de otro países.

A pesar de ello, fue muy feliz desde que llegó a México; siempre nos inculcó ese amor. Entendió muy bien la forma de vivir de los indígenas; nos hizo comprender la justicia social y el trabajo que tenemos que hacer el resto de nuestras vidas para ayudar al prójimo.

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¿Qué sigue en cuanto a su misión con el legado de Traven?

Lo único importante es que se respeten las ediciones, no quitarle ni una palabra a Traven; existen editores que empiezan a cambiar cosas, a poner biografías que no conocen. Pido respeto y que se escriba exactamente sólo lo que escribió.

Deseo que se lea en todos los rincones del planeta. Lo importante es que las juventudes conozcan los ideales de Traven, que perduren sus ediciones en los colegios, que los niños lo conozcan, como es el caso de Canasta de cuentos mexicanos, que ha sido lectura de muchas generaciones.

Quiero que conozcan a México a través de los libros de Traven, y no a través de los problemas por los que estamos atravesando en este momento. Que la gente comprenda su sensibilidad y la denuncia social de sus novelas, porque Traven es de los que más ha dado a conocer a México.

Fue un verdadero padre

¿Cuál es el Traven que seguirás recordando?

Él fue un verdadero padre para nosotras, fue un privilegio haber crecido con él. Era una gente decente, correcta, amante de la naturaleza, bien educado; todas las noches cuando terminaba de trabajar, se bañaba, se vestía de pantalones caqui impecablemente limpios, y bajaba a cenar. Recordaré esas interesantes y apasionadas pláticas sobre política —estábamos muy politizados—, cenando con nuestros palitos asiáticos a un lado de los cubiertos; recordaré su voz cantándonos en inglés y alemán, que nos reflejaba lo feliz que se sentía de tener una familia que lo cuidaba y que lo amara por siempre.

 

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Carta de Traven a su hijastra Malú Montes de Oca

 Chiquita, recuerdas cuando tú y la querida chelenita, estaban en Acapulco el año pasado —parece que hubiera sido hace 10 años— y te conté sobre una gran caverna en la cima de una de las altas montañas cerca del puerto y que en dicha caverna vivían dos tigres colosales, un macho y una hembra, hace dos semanas estuve en Acapulco lo primero que hice fue visitar la cueva para ver si los tigres seguían ahí. Aún estaban!, y qué crees, tenían dos pequeños bebés, desearía que hubieras visto lo guapos que eran. Ahora que vi a esos dos pequeños tigres, pensé sería el regalo preciso para Malusita, ponerlo en una canasta, cerrado y enviarlo por vía aérea, pero ahí sería el verdadero problema, intentar sacar a un tigre bebé del lado de su madre, así que pensé que el hombre sabio no intenta negociar dos hermosos y grandes tigres que podrían no entender cuando yo le dijera: oh! por favor, hermosos grandes tigres, por favor denme uno de sus bebés, el más pequeño para que se lo pueda enviar a Malusita, que les garantizo cuidará de la mejor manera a su bebé…

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