A menos que la vida de una nación esté en peligro, la guerra es un asesinato” Mustafa Kemal Atatürk.
En los últimos meses la población de Turquía ha sufrido atentados terroristas en lugares como su capital Ankara (10 de octubre de 2015, 128 fallecidos); plaza Sultanahmet (12 de enero de 2016, 10 muertos); plaza de Kizilay en Ankara (13 de marzo, 27 decesos); Centro de Estambul (19 de marzo, 5 decesos); el aeropuerto de Estambul (28 de junio, 42 decesos), la frontera con Siria (27 de julio, 48 muertos), entre otros.
Si bien no forma parte de los atentados contra los civiles, el golpe de Estado ocurrido a mediados de 2016 abona a la división de las fuerzas de seguridad, lo que hace más fácil la posibilidad de que grupos fundamentalistas puedan realizar actos violentos en Turquía, en un clima de vulnerabilidad en el país.
Una primera pregunta es: ¿porqué sucede todo esto en esta nación? Turquía es un país que en los últimos años ha buscado crecer con su participación en grupos internacionales como La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el G-20 o la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Al igual que Arabia Saudita, el país euroasiático es de los que mayor cooperación internacional ha tenido entre los de la región musulmana, lo que no es bien visto por los miembros de cédulas radicales. Asimismo, esta vulnerabilidad ha afectado los acuerdos internacionales con sus vecinos europeos, lo que puede afectar también un mejor intercambio y fortalecimiento tanto social, cultural, comercial o una eventual participación en la Unión Europea.
Otra respuesta del riesgo de Turquía es su situación geográfica, al estar situado entre Asia y Europa, además de ser un paso entre regiones islámicas como la zona de los Balcanes, el Asia Menor, África y Medio Oriente. En ese sentido, migrantes de países como Siria, Irak, Azerbaiyán, Armenia, Líbano, e incluso más lejanos como Somalia o Sudán buscan transitar por Turquía para llegar a Europa por mejores condiciones de vida, lo que genera movilidad por el territorio turco.
De estos, dos países vecinos de Turquía pueden generar más riesgo para la seguridad interna: Siria e Irak. Ambas naciones tienen presencia del Estado Islámico y están en guerras internas desde hace años, situación que humanitariamente también afecta a la sociedad turca, además de que pueden generar un clima de peligro y riesgo por terroristas que busquen lograr su objetivo.
Los crímenes terroristas que han sufrido la población de Turquía en los últimos meses también han tenido como víctimas a turistas extranjeros que visitaban las joyas históricas y culturales del país euroasiático. Estos hechos han conmocionado fuertemente a la actividad internacional por lo que diferentes cancillerías han levantado alertas de viaje hacia este país, a fin de prevenir a sus connacionales de algún riesgo. Los objetivos de los terroristas para infundir temor en la población también han afectado a la economía turca, al alejar una probable fuente de ingresos por concepto de turismo.
La población europea tiene, por lo general, un menor promedio de muertes violentas que Turquía, por lo que puede ser una alerta para el desarrollo de este país. En gran medida, los grupos terroristas como el Estado Islámico pueden utilizar la península de Anatolia como un punto estratégico en materia de geopolítica para expandir sus intereses, tal como en su momento ocurrió en la ruta de la parte septentrional de Irak (la ciudad de Mosul) hacia la vecina Siria, lo que ya elevaba el riesgo para la demarcación turca. No sólo puede pensarse en una expansión, sino también en que miembros de esta cédula violenta han sido desplazados por los combates en dichos países, por lo que buscan nuevos espacios.
Las respuestas en materia de seguridad por parte de las autoridades turcas no han sido lo suficientemente viables después de los primeros atentados; tanto que el tema rebasó fronteras y está presente en la opinión pública internacional. Pese a que el gobierno de este país destinó 2.1% de su Producto Interno Bruto (PIB) al gasto militar en 2015, de acuerdo con el Banco Mundial y el Instituto de Estudios para la Paz de Estocolmo. Este porcentaje es menor al registrado en 1988 que fue de 2.9%.
La vulnerabilidad de Turquía tanto a atentados como inestabilidad interna los ha hecho perder en competitividad, lo que puede brindar ventajas a que otros países en crecimiento busquen atraer inversionistas o puedan ser alternativas para diferentes actividades, debido al riesgo existente en la península de Anatolia.
El gobierno turco tiene diferentes retos en los temas de gobernabilidad y seguridad pública, a fin de recuperar el orden y la paz para su población, así como el regreso de turistas e inversionistas extranjeros. Tanto los diferentes atentados terroristas como el intento de golpe de Estado hacen del país euroasiático un territorio de riesgo en diferentes ámbitos como social, económico o militar. Al igual que otras naciones cercanas como Túnez, Egipto o Siria, Turquía puede perder atractivos financieros y de estabilidad por causa de la violencia, lo que agranda el daño en la sociedad después de un atentado.
*Doctor en Humanidades, Universidad Latinoamericana.