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El riesgo latente de fragmentación, que siempre está presente, debe eliminarse.
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Obligado a actuar con responsabilidad

Por Alejandro Zapata Perogordo 

Desde sus inicios, el PAN se definió como un instrumento ciudadano de corte humanista y liberal, sus fundadores pensaron en crear una institución doctrinaria, de sólidos principios y funcional, de tal forma la concibieron que sus documentos básicos tanto en su parte dogmática como orgánica han perdurado a través de los años; los primeros enriquecidos con la proyección de sus principios, y los segundos, ajustados a la dimensión moderna, aunque siempre respetando las tradiciones democráticas.

 En los albores de la organización panista y durante algunas décadas posteriores, llevó a cabo una persistente labor de concienciación ciudadana; de oposición a un régimen autoritario; a la vez de propuestas en la construcción de un país moderno y democrático, en síntesis, comprendió su realidad histórica, entendía que bajo las prácticas de un régimen presidencialista era prácticamente impensable obtener triunfos electorales para acceder al poder y cambiar el estatus prevaleciente, si bien logró el reconocimiento de algunas victorias en ayuntamientos y eso, después de generalizados reclamos sociales en la localidad respectiva, era insuficiente; así comprendió y sobre ese punto enfocó sus esfuerzos, como atinadamente lo afirmó Carlos Castillo Peraza, a conseguir un cambio cultural en México, bautizándola posteriormente como la “victoria cultural”.

Las cosas cambiaron, el PAN creció, aumentó su militancia, ganó dos veces la Presidencia de la República, y aunque ha tenido altibajos, muchos de ellos ganados a pulso, sigue siendo un referente obligado en el desarrollo del país.

Ahora se encuentra frente a su mayor desafío, el demérito de la actual administración y la crisis por la que atraviesa el país, ocasionan que el PAN esté nuevamente en el ánimo de muchos ciudadanos. Esa cuestión tiene una doble vertiente: mientras por un lado implica la oportunidad de regresar a la Presidencia de la República para cambiar el rumbo de México, por otra, se encuentra obligado a actuar con profunda responsabilidad; eso nos conduce a un cuestionamiento fundamental: ¿cuál es el PAN que requiere México?

Es obvio que las campañas internas para elegir el candidato a la Presidencia de la República ya comenzaron desde hace tiempo, y esa dinámica provoca una lógica interna de confrontación, se despiertan las pasiones y se atrincheran los equipos. Es cierto, y comprensible la anticipación de las mismas, dadas las condiciones del país, sin embargo, el riesgo latente de fragmentación que siempre está presente debe eliminarse, pues una de las premisas esperanzadoras y de mayor vigor es la unidad, así como el retorno a la humildad, a las propuestas acompañadas de acciones y a poner por encima de los intereses personales o de grupos, el general y supremo interés de México.

Si el PAN es capaz de hacer bien las cosas, México saldrá ganando.