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Los críticos oficiosos del priismo van a utilizar cualquier error o tropezón del Presidente para criticarlo.

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A diario, una nueva teoría conspiratoria

Tal parece que el huracán que se formó por la visita de Donald Trump a México no ha terminado, ni siquiera ha menguado. Diariamente se da a conocer una nueva teoría o posible consecuencia al respecto de la invitación que realizó el presidente Enrique Peña Nieto a los candidatos estadounidenses.

Conforme se acercan las elecciones presidenciales en Estados Unidos, se arrecia la crítica al mandatario mexicano, y se afirma que los resultados de las encuestas son gracias a esta famosa visita… ¿En serio? ¿Ustedes en verdad creen que este evento tiene tal poder de influencia entre los estadounidenses?

Yo más bien observo lo mismo que he señalado en varias ocasiones, esto es, que los críticos oficiosos del priismo van a utilizar cualquier error o tropezón del Presidente para criticarlo; y si éstos no existen pues la tarea es inventarlos o fabricarlos.

El senador Luis Humberto Fernández presentó un punto de acuerdo por el cual solicitó al Instituto Nacional de Migración que aclare si al ingresar a México el candidato republicano fue sujeto a una revisión por parte de las autoridades migratorias.

Ante lo cual se supo que el magnate ingresó oficialmente a México bajo la condición de visitante con una vigencia de hasta siete días. Con ello se dio a conocer que el Instituto Nacional de Migración aplica de manera permanente e irrestricta la ley para establecer un orden migratorio ordenado y seguro, cumpliendo las funciones contempladas dentro de los procedimientos legales autorizados.

camacho

Sin embargo, la información migratoria confirma que Trump cumplió con los requisitos de ley. Este es un ejemplo de cómo buscan cualquier pretexto para seguir cuestionando una decisión que en el futuro se verá qué tan perjudicial fue.

Ya nada más falta que culpen al mandatario mexicano de los problemas de salud de Hillary Clinton. Algo que ciertamente no lo es. Quizás su enfermedad sí provoque una caída de la demócrata en las encuestas y probablemente su caída definitiva, pero no así como lo querían hacer ver la visita del republicano a México.

Cuando alguien se está postulando para la presidencia de un país, al menos la historia reciente de Estados Unidos parece mostrar que es mejor no desfallecer ni desplomarse. Los estadounidenses no perdonan la debilidad y mucho menos la falta de honestidad.

Basta recordar el caso de Bob Dole, el candidato republicano que se enfrentó a Bill Clinton en la carrera por la Casa Blanca. Dole se cayó de cabeza de una tarima durante un acto de campaña en 1996. Se recuperó físicamente, pero la caída dejó una secuela en su candidatura. El resto es historia.

Trump afirmó en agosto que Clinton carece de la “fuerza física y mental para combatir al Estado Islámico y a los muchos adversarios que enfrentamos”.

Ya hubo cambios en el gabinete, es probable que el momento anticlímatico que vive el régimen peñista cambie de forma sustantiva, no radicalmente, por supuesto, ya que sus principales piezas políticas han exhibido ya sus tamaños, pero sí puede dar un golpe de timón que encamine la democracia mexicana a partir de 2018 de una manera que puede resultar definitiva para que las reformas aterricen y los cambios por fin empiecen a darse en beneficio de los grandes sectores de la sociedad.