Debe mantenerse el apoyo al sector primario

Por Mireille Roccatti

A la difícil situación político social del país, vienen a sumarse las complicaciones de tipo económico producto del agotamiento del modelo de desarrollo neoliberal que hoy condicionan los términos y montos del presupuesto de egresos 2017.

Es cierto que el entorno global no resulta promisorio y que la baja en el crecimiento sostenido de dos dígitos de la economía china, aunado a la lenta y mínima recuperación de la estadounidense, así como, la prolongada caída en el precio del crudo, y por si hiciera falta, se mantiene la incertidumbre en los mercados por una posible alza en las tasas de interés de la Tesorería de la Reserva Federal de Estados Unidos.

El caso es que la revalorización de la moneda norteamericana o la devaluación del peso —como quiera verse o enfatizarse—, y que obedece tanto a factores exógenos, como internos, también influyen como factor disruptivo de la buena marcha económica, y cmo esta situación tiene una buena carga psicológica, está produciendo una alta volatilidad en el mercado.

Otro tema que influye decisivamente es el del pago del servicio de la deuda. Aunque se ha pretendido cargar las tintas al actual régimen, habría que revisar su ritmo de crecimiento en los tres últimos lustros y su proporción en relación con el PIB, la realidad es que ha comenzado por llegar al techo de su manejo y por ello en el presupuesto 2017 enviado en días pasados por el presidente al Legislativo, se le destinan recursos considerables, a la par que se busca un superávit primario. Esto es, que los ingresos sean superiores a los egresos y no financiar gasto con más endeudamiento.

En el tópico especifico presupuestal, éste resulta restrictivo y pudiera terminar por tener efectos recesivos en razón del recorte presupuestal previsto, que si bien pudiera pensarse que los 230 mmdp respecto del volumen de conjunto de 5 billones del total no es tan significativo, habría que analizar en qué se recorta, y a querer o no afecta las emociones de inversionistas nacionales y extranjeros, productores, industriales, exportadores y, desde luego, en la sociedad.

Encrucijada económica

Las reducciones en gasto social, como salud, agricultura, educación, deben examinarse con mucho cuidado para evitar que lesionen los programas de desarrollo social para los segmentos de población de menores recursos. Y que éstos se efectúen en gasto corriente. Y esta premisa es general, debe procurarse que se reduzcan los capítulos de gasto corriente como: telefonía, viáticos, pasajes, vehículos e inclusos los salarios, prebendas y canonjías de la lata burocracia.

El primer examen del proyecto presupuestal evidencia que se recorta el gasto de inversión en obra pública y sólo se destinaron recursos a las grandes obras comprometidas, lo cual limita el manejo del gasto como reactivador económico y que funcione como motor de otras cadenas productivas y la consiguiente generación de empleos directos e indirectos.

Es de vital importancia que este presupuesto, con todas las limitaciones apuntadas anteriormente y otras, mantenga el apoyo al sector primario que en los últimos años ha crecido por encima del promedio de la economía nacional, y que se mantenga la motivación al sector manufacturero y turístico.

En esta muy breve reflexión y sin profundizar demasiado, estimo que ante la complejidad de los retos, resulta estéril buscar presuntos culpables, es momento de maniobrar, reconducir, redireccionar, dentro de los márgenes posibles para alcanzar las metas de contener la inflación dentro de un 3 a 4% y lograr un crecimiento entre 1.7 y 2.3%, en razón de que albergar un mayor optimismo no sería racional.

Estimo que ha llegado el momento en que debemos empezar a debatir las medidas de ajuste al mediano y largo plazo a nuestro modelo de desarrollo porque tampoco llegaríamos lejos si adoptamos medidas radicales en razón del tamaño mismo de nuestra economía y de los factores de poder que representan los actores de la economía. Lo que no puede continuar igual es la enorme desigualdad social.