Entre pobres y dictadores
Por Humberto Musacchio
El papa Francisco canonizó a Teresa de Calcuta, llamada originalmente Agnes Gonxha Bojaxhiu, monja de origen albanés nacida en 1910 en Skopie, Macedonia. La religiosa cobró fama por obras de caridad realizadas en India, especialmente por la apertura de orfelinatos y hospitales para indigentes en fase terminal.
En 1929, Agnes Gonxha ingresó en la orden jesuita de las Hermanas de Loreto, en la que adoptó el nombre de Teresa y se inició como misionera. Ocho años después hizo los votos de pobreza, castidad y obediencia. Permaneció con las loretianas hasta 1950, cuando fundó la orden de las Misioneras de la Caridad.
La ahora santa murió en 1997 y fue beatificada seis años después por Juan Pablo II y ahora fue canonizada, pues se le atribuyen dos milagros: haber curado en Bengala a una mujer con un tumor del tamaño de un melón y en Brasil a un desahuciado por tremenda infección cerebral. Con tales credenciales, ahora forma parte del amplísimo santoral de la Iglesia de Roma.
Lo de amplísimo no requiere explicación, pues el Vaticano siempre ha sido generoso cuando le ha parecido bien convertir en santo a cualquier hijo de vecino. México no corrió con tanta suerte, pues aquí durante las guerras de Reforma, para apuntalar al bando conservador se elevó a las altares (así se dice) a Felipe Canales Martínez o Felipe de las Casas Martínez, más conocido como Felipe de Jesús, quien fue el único santo mexicano durante más de un siglo, hasta que Juan Pablo II desató la feria de canonizaciones con 483, seguido de Ratzinger, que se apuntó 45, y ahora Bergoglio, que ya se acerca a los 850. Por las canonizaciones en cascada, ahora la catolicidad mexicana cuenta con una multitud de santos, incluidos los violadores y mochaorejas cristeros. En ese contexto, no debe extrañar el beneficio papal recibido por la monja macedonia, pues contaba con un prestigio apuntalado por el Premio Nobel de la Paz.
Pero con la misma ligereza con que a veces se otorga el Nobel de la Paz se procede a realizar canonizaciones. Se dice que Teresa de Calcuta construyó en India numerosos conventos, pero ni un solo hospital, pues “sus” enfermos estaban en lugares sucios y malolientes donde les negaba analgésicos, pues debían ganar el cielo con el sufrimiento. Fue una opositora feroz al aborto, al que consideraba como la principal amenaza a la paz mundial. Y lo más conocido, fue muy amiga de Duvalier, el dictador haitiano, de Pinochet o de los espadones que tiranizaron Argentina en los años setenta.
Extraña santidad, ciertamente.