El nuevo rico

Por Yazmín Alessandrini    

La política mexicana, sobre todo los personajes que de ella emanan, más allá de siglas y colores, nos ofrece un bizarro galimatías que a diario nos permite atestiguar en silencio a aquellos que no pertenecemos a ese mundo cuan desfasados y fugados viven de la realidad muchos de estos seres a los que nos hemos familiarizado gracias a la poderosa influencia que ejercen los medios de comunicación en nuestra cotidianeidad, pues es a través de éstos (los periódicos, las revistas, la radio, la televisión y más recientemente el Internet) que los llamados ciudadanos de a pie nos damos cuenta que hoy está más vigente que nunca el lapidario aforismo acuñado por el profesor Carlos Hank González (1927-2001), fundador del Grupo Atlacomulco, de que “un político pobre es un pobre político”.

Lo anterior viene a colación porque en la actualidad muchos son los políticos de los tres niveles de gobierno que, contagiados de lo que conocemos como el síndrome del nuevo rico, incurren sistemáticamente en groseros excesos y despilfarros todos endosados al erario y a los contribuyentes.

Uno de los botones de muestra más recientes de este dañino y peligroso cáncer social lo representa la señora Ana María Balderas Trejo, quien es alcaldesa de Atizapán de Zaragoza, uno de los 125 municipios que forman parte del Estado de México y que con apenas 90 kilómetros cuadrados de superficie y casi medio millón de habitantes se ha convertido en una verdadera mina de oro para esta funcionaria de exquisito léxico que por enésima ocasión nos escupe a la cara que “un político pobre es un pobre político”.

Conocida como #LadyAlcaldesa por su caro gusto para vestir (aunque ella jura y perjura que muchos de sus ropajes, zapatos y accesorios los consigue en baratas, son piratas o le caen del cielo a manera de regalos que le hacen sus familiares y amigos) y por insultar a los representantes de los medios de comunicación, la señora Balderas Trejo pone en entredicho las buenas intenciones que supuestamente tiene el PAN por desmarcarse de aquellos gobernantes, militantes y simpatizantes que se han encargado de ensuciar del lodo a este percudido blanquiazul.

#Ladyalcaldesa

Sin embargo, regresando al caso de doña Ana María, es importante que la opinión pública, los verdaderos periodistas y los integrantes de la recién echada a andar Comisión Anticorrupción del PAN, que encabeza Luis Felipe Bravo Mena, no sobredimensionen el asunto de los ropajes de la alcaldesa de Atizapán, porque más allá de que a diario esta mujer utilice prendas y accesorios que sobrepasan el medio millón de pesos, también es importante investigar a fondo los mecanismos ilegales que ésta y sus colaboradores están implementando para conseguirse dinerito extra valiéndose de su investidura municipal. Y si no me creen, pueden echarle un ojo y un oído a los audios disponibles en las redes sociales, con Mauro Granja, secretario del Ayuntamiento y hombre de todas las confianzas de la señora Balderas, arreglándose en lo oscurito con una mujer que le solicitó una licencia para expender bebidas alcohólicas y con este actuando en todo momento a nombre de la presidenta municipal. ¡Vaya joyitas!

Ahora bien, ¿qué tan válido es que un funcionario se valga de su cargo para beneficiarse a expensas de un municipio que históricamente ha presentado severas deficiencias en todos los rubros y que sus excesos, lujos y despilfarros se le tengan que endosar a los contribuyentes?

 

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