[gdlr_text_align class=”right” ][gdlr_heading tag=”h3″ size=”26px” font_weight=”bold” color=”#ffffff” background=”#000000″ icon=” icon-quote-left” ]
¿Es pecado o delito crear empresas periodísticas, darle empleo a cientos o miles de personas y perseguir la obtención de utilidades?
[/gdlr_heading][/gdlr_text_align]
Demetrio Sodi ofende y generaliza
Humberto Musacchio
En un artículo que circula en internet, escribió Demetrio Sodi de la Tijera: “Cada día me molestan más los excesos de los analistas y comentaristas políticos mexicanos. Opinan de lo que sea e insultan al que sea amparados en la impunidad que les dan la libertad de expresión y las leyes mexicanas. Es cierto que el presidente cometió un grave error al invitar a Trump y no representó al país como se esperaba. Pero eso no les da derecho a llamarlo traidor y estúpido…”
El exdiputado federal priista y exasambleísta, exdiputado y exsenador perredista considera que “son realmente preocupantes los niveles de soberbia, arrogancia e impunidad de que gozan los analistas, comentaristas y periodistas políticos mexicanos. Hablan y pontifican sobre todo y hay de aquél que los critique, los demande o exija el derecho de réplica, porque denuncian que se les está censurando y coartando su libertad de expresión”. ¿De casualidad los políticos del PRI que saltan al PRD no suelen meterse en todo?
Quien fuera subdirector de las tiendas Aurrerá y director general de Suburbia, estima que “una de las profesiones más redituables que existe en México es ser periodista, comunicador, conductor de un noticiero, columnista o analista político. En la mayoría de los casos ganan mucho dinero, no son muy honrados, dicen, critican e insultan a quien quieren, gozan de total impunidad y no enfrentan ninguna responsabilidad o consecuencia sobre lo que dicen”. La generalización que hace Sodi es ofensiva y requiere demostración, pero tira la piedra y esconde la mano, pues sabe que los políticos de su calaña gozan de la impunidad que nos atribuye a los periodistas.
El que fuera candidato del PAN al gobierno del Distrito Federal en 2006 y luego jefe delegacional en Miguel Hidalgo por el mismo partido afirma que los periodistas “hablan como si fueran la conciencia de la nación, como si fueran elector o representaran a alguien”. Luego, el señor De la Tijera difama sin hacer distinciones: “la gran mayoría de la prensa y los periodistas mexicanos siguen siendo igual de corruptos que en la época del chayote”. ¡Nombres, Demetrio!
“No se puede culpar a los medios de los excesos de los políticos, los partidos y los funcionarios públicos”, dice este vigilante de la moral periodística, “pero sí de lucrar con las malas noticias y los escándalos”, porque “la frase de buenas noticias no son noticias es el credo de los medios de comunicación y los comunicadores nacionales”; sí, en lugar de aplaudir cuanta tontería cometen nuestros políticos y elevar a los altares a políticos chapulines, como el señor Sodi.
Para este campeón olímpico de salto de un partido a otro, “el único compromiso de los medios de comunicación está en hacer dinero (¿de veras?), no en difundir la verdad (¿a poco?), sino sólo en ver qué noticia es la que más vende”; pues sí, porque un periódico que sólo publique información que no le importa a nadie está destinado a desaparecer, y muy rápidamente.
Pero el enemigo de la crítica sigue con sus críticas: “los dueños de los medios de comunicación son empresarios interesados en sus utilidades y no en apoyar e impulsar el desarrollo de la gente y el país” ¿Y acaso la ausencia de información sí impulsa el desarrollo de la gente y el país? ¿Es pecado o delito crear empresas periodísticas, darle empleo a cientos o miles de personas y perseguir la obtención de utilidades?
Convertido en pontífice, Demetrio nos espeta su verdad y afirma que los medios de comunicación han usado la libertad de prensa “para ganar dinero, no para difundir la verdad, y se han enriquecido a cambio del desprestigio de nuestra democracia y nuestras instituciones”. En cambio, si ocultaran la información, si mintieran o callaran, los medios harían un gran servicio a la democracia. ¿Es así, don Deme?
Exige este nuevo teórico de la comunicación: “una crítica que ayude a construir un mejor país y no sólo a destrozarlo y confrontarlo”, para lo cual se requiere un periodismo que se ejerza bajo receta y periodistas entrenados para callar, lambisconear y obedecer a los poderosos. Justamente lo que exigía Pepe Goebbels, que algo sabía del uso “de la tijera”.