Equivocada, la designación
Por Francisco Cinta
(I-II)
Hace cincuenta años me afilié al PRI. Hoy mi partido atraviesa una crisis. La percibo porque fue miembro en siete ocasiones del Comité Ejecutivo Nacional. No pertenezco a ninguna corriente ni grupo político. Quiero dejar constancia de mi preocupación. No me separaré de mi partido. Afirmo que es ruin la secuela de imposiciones municipales y estatales. Y equivocada la designación del dirigente nacional. El PRI no ha dejado de ser defensor de las instituciones nacionales. Ahora lo preside una persona carente de militancia. Sus afirmaciones y su conducta evidencian que no conoce los principios ideológicos en que sustentó Plutarco Elías Calles su exhortó para fundarlo y hacerlo a partir del 4 de marzo de 1929 un partido fuerte y poderoso.
Los primeros tres presidentes que surgen del PRI fueron Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio Abelardo Rodríguez. El primero otorgó la parcial autonomía a la Universidad Nacional.
El segundo lo puso a prueba con su renuncia. Y el tercero lo fortaleció al reconocerle a la Universidad su total autonomía. La libre opinión se extendió desde entonces al país entero.
El general Lázaro Cárdenas, ya en el poder, el 30 de marzo de 1938, lo identificó como Partido de la Revolución Mexicana
El PRM del General Cárdenas hizo posible que el general Manuel Ávila Camacho llegara a la presidencia. Y Miguel Alemán Valdés lo convirtió en Partido Revolucionario Institucional. El PRI llevó a la Presidencia de México al primer civil del México de la Revolución.
Al exponer la participación de mi partido en la vida política nacional durante los pasados 87 años, lo hago para definir su consolidación y también para evidenciar su reciente debilidad. El PRI perdió las elecciones presidenciales de 2000 y de 2006, resultados de lo mismo que hoy padece.
El PRI recuperó en 2012 la Presidencia porque los doce años de gobierno de Fox y Calderón resultaron desastrosos. El PRI logró recuperar con Peña Nieto la Presidencia de la República.

Podría perderla en 2018 porque hoy carece de un liderazgo de calidad. La presidencia del partido ya genera irritación y provoca numerosas deserciones. “Nada lastima más a la militancia que el arribismo”, como señalara el eficaz Carlos Madrazo.
Es pertinente recordar la lúcida afirmación de Javier García Paniagua: “los graves problemas de México se solucionarían y el país avanzaría mejor si los políticos dejaran de disputarle los negocios a los empresarios”. Adolfo Ruiz Cortines, proverbial, señalaba que “Dios nos dio dos oídos para escuchar; dos ojos para ver y solo una boca para mantenerla cerrada”.
En secuela, pienso que Ochoa Reza debe rezar por un milagro que le propicie cumplir con la responsabilidad que irresponsablemente aceptó. No encabezar un partido que no conoce y cuyos los militantes no lo conocemos a él. Ochoa Reza informó en 2010 que no era miembro del PRI. Lógicamente, no lo llegará a conocer en seis años. Creo que no sabe ni lo que es un seccional…
Su presidencia es un caso insólito. ¡En dos días lo ungieron por acuerdo del Consejo Político Nacional! Se atrevió a afirmar en Aguascalientes que más del 90% de los priistas son gente honesta, cuando las críticas por abusos de poder, de corrupción e impunidad contra gobernantes y funcionarios de mi Partido son escandalosas y han hecho que baje notablemente la confianza y credibilidad en el gobierno del presidente Peña Nieto y en Estados donde el PRI gobierna.
El PRI nació fuerte y poderoso, tuvo líderes, inteligentes, valientes y patriotas. Hubo muchos que no tenían calidad. Pero la rectificación llegó a tiempo y fueron relevados.
Ochoa Reza no es el dirigente que el PRI necesita para fortalecer el gobierno del presidente Peña Nieto y para ganar la Presidencia de la República en las elecciones del 2018. Reza garantiza el fracaso del PRI.

