La Ciudad de México tiene una presencia que, en gran medida, es su arquitectura, el conjunto de edificios que la visten son parte de esa presencia, en la que ha colaborado en grande y con fina estética el pintor y arquitecto Teodoro González de León (1926-2016).
A propósito de su cumpleaños número 90, Elena Poniatowska publicó en el diario La Jornada, en mayo de este 2016, una entrevista a González de León, en la que pregunta si él es feliz, lo que parece inquietarlo: “Estoy bien. ¿Feliz? Esa palabra no va conmigo. Quisiera otra para decir que estoy interesado en la vida. La felicidad para mí sería conocer la quietud y yo nunca descanso”, y remataría que en ese mismo momento saldría a San Petersburgo. Hoy, al parecer, la felicidad lo ha alcanzado.
Teodoro González de León estudiaría, paralelamente, grabado y arquitectura, y ambas escuelas se concentraban en el mismo edificio de San Carlos. Pero estudiar en las dos es “cosa que nadie hacía”, como dice en la misma entrevista, algo único, como única es su obra arquitectónica que se construyó por cerca de setenta años. Entre ese panorama está el Auditorio Nacional, La Torre Arcos Bosques I (conocida como “El Pantalón”) y II, el Museo Tamayo Arte Contemporáneo, el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, el edificio matriz del Fondo de Cultura Económica, el Colegio de México, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, el que se ubica en Ciudad Universitaria de la UNAM, la que también a González de León le tocara realizar el plano conceptual en 733 hectáreas, junto con Armando Franco, como también lo señala.
Entre muchas obras más, hoy, la Ciudad de México despide a uno de sus principales sastres.