La visita del candidato a la presidencia por el Partido Republicano, Donald Trump, fue prácticamente una estrategia para hacer repuntar su popularidad en momentos en que su campaña registra una baja, tras un avance de su contrincante demócrata Hillary Clinton. Según, Laura Carlsen, directora del Programa de las Américas del Centro para la Política Internacional, Trump consiguió lo que tanto anhelaba al haber sido recibido por el presidente Enrique Peña Nieto, quien de hecho le dio la victoria que el magnate inmobiliario necesitaba para llegar victorioso a dar su mensaje antimigrante pocas horas después en Phoenix, Arizona.
La experta indicó que Peña Nieto no estaba obligado a recibirlo, sobre todo por las cosas que ha proferido contra México y los mexicanos, a los cuales ha tildado de ser ladrones y violadores, además de que ha puntualizado que respecto a la migración, a Estados Unidos no llegan sino los peores individuos de este país.
Agregó que incluso otros países han declarado que no aceptarían a una persona de la molesta talla de Trump, Peña Nieto debió haber hecho lo mismo en respeto al orgullo de su pueblo. Adelantó que tan sólo la foto que se tomarían juntos afectaría la ya de por sí alicaída imagen del mandatario mexicano.
Una vez, en Phoenix, Trump reafirmó su ímpetu xenófobo, en el estado más antimigrante de la Unión Americana, al decir que a los inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos sólo les queda “regresar a sus países”.