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Suasnávar nos pinta caballos que se apropian de los pies humanos para caminar

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Manuel Suasnávar

Por Zoé Robledo

El año pasado, Manuel Suasnávar cumplió cinco décadas dedicado a un trabajo muy importante

Poner colores a los rostros múltiples de los chiapanecos… de los pinceles de Manuel Suasnávar surgen hombres y mujeres, altos, flacos, gordos y bajitos, de pieles morena, cobriza y blanca, con grandes pestañas, ojos saltones y cejas afiladas. Algunos con nombre y con sitio pero otros muchos más, son anónimos pero no menos coloridos ni alegres, y con todos ellos, Suasnávar construye con todos ellos enormes estampas —y lo digo en el sentido literal— de lo que somos los chiapanecos a través de sus ojos y sus pinceles. Suasnávar retrata, en sus palabras, la vida cotidiana, la que no es de héroes ni es épica, pero que no por ello deja de ser valiosa e interesante para construir nuestra historia chiapaneca.

Manuel Suasnávar nos pinta caballos que se apropian de los pies humanos para caminar, son caballos que no proceden de un potrero, sino de un almacén de periódicos que mezclados con agua y engrudo se convierten en grandes corceles listos para llevar mensajes, para proponer la guerra, para celebrar la vida o para el rapto pactado de una mujer enamorada.

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Los pies humanos de Suasnávar son variaciones sobre el mismo tema, los pinta con chanclas, con huaraches, descalzos o a veces con tenis de marcas conocidas, son pies plurales casi siempre desafiantes, los pies de Suasnavar son pies que provocan.

Sus parachicos son anónimos, lo mismo que las mujeres cargadas de cántaros o de sensualidades escondidas. A primera vista pareciera que están bravas, pareciera son damas que no lloran sino que agarraran piedra, pero no es así, la festividad de las mujeres que pinta Suasnávar siempre está ahí, aunque este oculta.

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También hay personajes con nombres propios, ahí está el Monchón con su sonrisa amenazadora y su uniforme de policía, ahí está también la Chepona, el terror de los bolos Tuxtlecos, pareciera que a Suasnávar también le pidieron cumplir con las cuotas de género.

Manuel Suasnávar nos demuestra que en Chiapas también hay pintores, pintores que a la vez son poetas.

Hoy, como parte de estas celebraciones por sus 50 años pintándonos, Manuel Suasnavar expone en Bellas Artes y hasta acá llegan el parachicaje y la tuxtlecada. Suenan el tambor y el pito mientras la marimba de pinceles toca una diana para celebrar la obra y la vida, para celebrar la existencia.

Hoy, escribo sobre Suasnávar y su obra aquí se presenta en el Palacio de Bellas Artes, en la Sala Manuel M. Ponce y esto si bien es circunstancial, no es en lo absoluto casual. En el arte no hay casualidad ni coincidencia. Ponce fue el fundador del llamado nacionalismo musical mexicano y Suasnávar es, si hubiera que definirlo limitadamente, el máximo retratista de nuestro gracia chiapaneca, de nuestra gente, de nuestros hechos cotidianos, de nuestro color y nuestras costumbres.

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Celebro que los personajes de Manuel Suasnávar se exponen en Bellas Artes además, en septiembre, mes en que los chiapanecos celebramos doblemente el orgullo de ser mexicanos.

Enhorabuena, maestro. Gracias por hacer de nosotros estampas y de nuestra historia murales. Que venga otro medio siglo de tu obra y que, parafraseando a Borges, tu arte siga sucediendo.

Senador por Chiapas

@zoerobledo