¿Quién cerrará las puertas?

Por Humberto Musacchio

 

No es por alarmar a nadie, pero Gabino Cué está a punto de dejar la gubernatura de Oaxaca, a la que llegó apoyado por el PAN y el PRD, después de duplicar la deuda del estado, que entre 2000 y 2016 pasó de menos de siete mil millones de pesos a más de 14 mil millones.

En Zacatecas, el ex gobernador Miguel Alonso dejó una deuda de siete mil 698 millones de pesos, a los que pueden sumarse seis mil millones por “sanciones resarcitorias” determinadas por la Auditoría Superior de la Federación después de revisar las cuentas de 2010 a 2014.

Javier Corral, al tomar posesión del gobierno de Chihuahua, declaró que el estado está en quiebra por la deuda de 51 mil millones que le heredó su antecesor, César Duarte, quien modestamente se hizo de un banco durante su sexenio. La situación parece tan desesperada, que Corral tuvo que pedir prestado para pagar la nómina de octubre a diciembre y los aguinaldos.

El mayor ritmo de endeudamiento se registra en Tamaulipas, pues durante el sexenio de Egidio Torre Cantú la deuda pública pasó de mil millones a 11 mil millones de pesos, en buena parte por créditos contratados con cinco bancos, con la complicidad —¡perdón!—, con la aprobación del Congreso local, que autorizó que se ofreciera en garantía el Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de las Entidades Federativas.

Javier Duarte, el hombre que “gobernó” Veracruz durante casi seis años —renunció días antes de concluir su periodo— se ha convertido en el personaje favorito de los caricaturistas, quienes invariablemente lo dibujan cargando enormes bolsas de dinero. Pero él está tranquilo, que para eso es el dinero.

En Sonora, modestamente, al ex gobernador panista Guillermo Padrés (Padrotez, le apodan ahora) se le adjudica un desfalco por 32 mil millones de pesos. Como se supone que salió del país, la Interpol emitió una “ficha roja” con la intención de ubicarlo y detenerlo. Por lo pronto, la Comisión Anticorrupción del PAN decidió suspender los derechos de militantes del sonorense y a mediados de noviembre se decidirá si es expulsado. Queriendo defenderlo, la señora Margarita Zavala anotó un autogol, pues dijo que en todos los partidos hay corruptos, sí, incluido el PAN.

El Consejo Nacional del PRD exige castigar a todos los corruptos, con lo que arriesga la cabeza de sus dirigentes, convertidos en verdaderos Cresos gracias a la generosidad de la política. Y qué decir del flotillero multimillonario Enrique Ochoa, que pretende expulsar del PRI a los corruptos. De progresar en esos afanes, su partido tendrá un enorme problema: ¿quién cerrará las puertas?

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