“No me voy a rendir, un día de estos van a atrapar al asesino, confío en la policía y sé que habrá castigo para el hombre que me arrebató a mi angelito”. Donna Norris.

 

Como todas las tardes, Amber Rene Hagerman, de nueve años, y su hermano de cinco, jugaban en su bicicleta frente al hogar de sus abuelos en la calle East Abram casi esquina con la Stadium Dr. en Arlington, Texas. Los pequeños se alejaron del área establecida y pedalearon hasta una tienda abandonada. El pequeño dio la vuelta de regreso a casa, pero Amber siguió avanzando.

Jim Kevil de 78 años, testigo del secuestro de Amber, relata que un hombre blanco o hispano, en una camioneta negra vieja, se detuvo en el estacionamiento de la tienda donde Amber se encontraba sola, corrió hacia ella y la arrastró hasta su vehículo. Mientras el testigo relataba los hechos a la policía, el abuelo de Amber, Jimmie Whitson, condujo buscando a su nieta.

El 12 de enero de 1996, Amber Rene fue secuestrada. La Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés) y la policía de Arlington comenzaron a buscar a la menor inmediatamente. Asimismo, voluntarios la rastrearon por días.

Cuatro días después del secuestro, el cadáver de Amber Hagerman había sido encontrado en un canal de desagüe, no muy lejos de la casa de sus abuelos. El forense determinó que había sido degollada y violada, y que el asesino la mantuvo viva por dos días. A pesar de que la policía realizó una investigación exhaustiva, y ofreció 75 mil dólares a quienes dieran información para capturar al homicida, nunca se pudo encontrar al asesino de la pequeña.

El asesinato de Amber causó tanta indignación en la población de Estados Unidos que,  durante días, estaciones de televisión y radio no dejaban de hablar del acontecimiento. “¿Porqué ustedes, los medios, no se coordinan para dar boletines cuando un niño es secuestrado? Así, no sólo sería la policía la encargada de buscar al secuestrador, sino que habría millones de ojos que podrían ayudar a encontrar el automóvil en que se llevaron a la víctima”, preguntó un radioescucha.

Locutores reflexionaron ante ese cuestionamiento, por lo que sumaron voces con más medios de comunicación. Semanas después, ejecutivos de las estaciones de radio se reunieron con las autoridades policiacas y les ofrecieron sus espacios para alertar a la población cuando un niño fuera secuestrado.

Es así como se crea Amber Alert (o Alerta Ámbar, en español). La primera prueba del programa se ejecutó en 1996 en KRLD Radio Studio en el Parque de Pelota en Arlington, TX.

En octubre de 2000, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos adoptó HR 605, que alentó las comunidades a nivel nacional para aplicar el plan AMBER. En abril de 2003, el presidente George W. Bush firmó la Alerta AMBER como legislación, por lo que es un programa nacional.

En 2006, se realizó la película “Historia de Amber”, protagonizada por Elisabeth Röhm y Sophie Hough.

A 20 años de la muerte de la menor, su madre, Donna Norris, acudió a depositar flores y un oso de peluche al lugar donde desapareció en Texas. Entre lágrimas, Norris indicó que no va a rendirse hasta atrapar al asesino de su “angelito”.

Expertos han indicado que las primeras horas son vitales para localizar a una persona secuestrada, por ello la alerta se emite lo antes posible y es transmitida por diversos medios como televisión, radio, mensaje, correo electrónico, pantallas electrónicas, a fin de poder llegar al mayor número de personas posibles.

De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) se estima que a nivel mundial 1 millón 200 mil niños y niñas están desaparecidos. En México desaparecen 6 mil niños, y en su mayoría son sustraídos para explotación sexual, venta y tráfico de órganos.

El 2 de mayo de 2012, el Gobierno de la República implementó y puso en funcionamiento el Programa Nacional Alerta AMBER México. A cuatro años de que el Programa comenzó operaciones en México, la titular de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata de Personas (FEVIMTRA), Patricia Sánchez Avendaño, reveló a Siempre! que de esa fecha al 30 de septiembre de 2016 se activaron 701 alertas, de los cuales 472 fueron localizados en el plazo de las 72 horas.

alerta amber

Regresando a casa

Valeria Hernández de Jesús, de 4 años, fue privada de su libertad el 1 de abril de 2013 en un mercado en Texcoco, Estado de México. Un sujeto la engañó con la promesa de comprarle un conejo. La menor se encontraba jugando con su prima mientras que su madre, quien es comerciante, instalaba su puesto en la Plaza Bicentenario de Texcoco.

14 días después de ser secuestrada, Valeria fue localizada a unos 90 kilómetros en la ciudad salvadoreña de Sonsonate, ubicada a 90 kilómetros de la capital San Salvador, no muy lejos del cruce fronterizo de Hachadura, la primera vía de acceso de Guatemala a El Salvador.

La Secretaría de Relaciones Exteriores detalló que Valeria fue vista deambulando en las calles del municipio. La madrugada del 12 de abril, Walter Pereira, un tendedero salvadoreño, tomó la bicicleta que ocupa para los mandados y salió en persecución de un secuestrador. “Fue una de esas cosas que no se piensan. Algo que simplemente pasó en el momento”.

Walter de 23 años, en ese entonces, fue pieza clave para localizar a Valeria Hernández. Persiguió a un hombre regordete, su nombre, Vladimir Valencia, supuesto secuestrador de la menor. “No es como si yo quisiera atraparlo”. “Pero pues…si no lo seguía, de seguro iba a quedar libre”.

La mañana del día anterior, Valencia involucró a la familia de Pereira en el caso de Valeria. Había dejado a la pequeña encargada en la tienda de su madre, un humilde local que abastece de abarrotes a los habitantes de San Antonio, a unos 10 minutos de la cabecera del departamento de Sonsonate.

Poco antes de las 11de la mañana, Valencia indicó que tenía que hacer unos pendientes, después se dirigió a la carretera.

Margarita Gil, habitante del poblado, explicó “luego luego vimos que no era de acá. Pobrecita. Tenía sus canitas (piernas) todas rayadas. Me dijo que porque había estado caminando en el monte y se había caído”.

El caso de Valeria es considerado como un “milagro”, ya que de no haberse conjuntado los siguientes elementos la menor no estaría en casa. Aquí el modus operandi del plagiador:

Dejó a la menor justo en una tienda en la que vecinos de San Antonio pasan continuamente, por lo que estuvo a la vista de todos. La dueña del lugar, Alquilina Zarceño, se encargó de contarle a sus clientes lo que sucedía. Uno a uno entrevistaba a la pequeña, por lo que poco a poco su relato fue tomando forma. “Vivo en Texcoco”, “este hombre no es mi papá”, “llevo varios días caminando”, “vengo de la plaza Bicentenario”, “me dijo que me iba a dar un conejito”. Del acento les quedaba claro que no era salvadoreña.

Mildred de Serrano, vecina del lugar, cuenta con una antena satelital y vio, en un programa de canal 2 de México, la fotografía de la niña raptada. Sospechaba que se trataba de Valeria, hasta que la pequeña le confirmó que era de México. Carlos Marqués, otro de los vecinos que cuenta con una computadora verificó en Google que, en realidad, se trataba de Valeria. Utilizó las redes sociales para difundir el hallazgo, lo que eventualmente ayudaría a que las autoridades mexicanas se enteraran del hecho.

“Le tomé una foto con mi cámara y subí su imagen a Facebook y fue cuando empezó a compartirse por todos lados que teníamos a la niña mexicana aquí con nosotros”, dice. En cosa de horas la imagen ya se había vuelto viral y contaba con cientos de likes.

Dos funcionarios de la procuraduría mexiquense viajaron a El Salvador para corroborar la identidad de la pequeña.

La Policía Nacional Civil de El Salvador detuvo a Nelson Vladimir Valencia Masin, sospechoso de mantener cautiva a la menor. Ya detenido el sujeto aseveró que actuó en todo momento solo, sin la asistencia de nadie. Manifestó que secuestro a la niña porque quería “hacerla ciudadana centroamericana y adoptarla”.

Para la localización de la menor se activó la Alerta Amber. 

“Mi hijo Johan no se perdió, se lo robaron” 

“A mi niño se lo llevaron, mi niño no está ahí, pedimos que lo busquen en los ranchos, suplicamos que nos ayuden, que no nos dejen de apoyar”, exigió Yahaira Berenice de la Cruz, madre de Johan Gael, pequeño de 3 años que desapareció el pasado 4 de octubre de 2015 en Nuevo León y del cual no se tiene huella hasta la fecha.

Eran las seis de la mañana, cuando Johan y su hermano Ángel pidieron a sus papás que los llevaran al rancho, porque querían juntar piñones y jugar en el bosque. Sin embargo, una noche antes, sus padres decidieron cancelar el viaje por la enfermedad de un familiar, pero la insistencia de los niños fue tal que optaron realizar el paseo.

Yahaira Berenice mencionó que cuando salían de un panteón, observaron a un vehículo Tsuru de color gris estacionado, pero nunca se imaginaron que pasaría algo así.

“El niño estaba en el carro, estábamos agachados buscando piñones, fueron alrededor de cinco minutos y el niño ya no estaba, lo comenzamos a buscar, le gritaron y el niño no respondió”, explicó.

“Yo quisiera ir a los ranchos, casa por casa a preguntar; yo sé que mi niño está ahí, que me lo regresen porque es un dolor muy grande”. La mujer descartó que alguno de los integrantes de la familia se han robado a su hijo, ya que siempre han sido muy unidos.

El sueño de Yahaira Berenice es poder ver algún día a su hijo: lo ve tranquilo, en sus brazos. El bebé está sonriente y pide café, su bebida favorita. Yahaira despierta todas las mañanas y se da cuenta de que todo es un sueño y se imagina a su pequeño Johan Gael diciendo “Mami, ya cámbiame”.

Ha pasado un año de la desaparición de Johan Gael Cardona de la Cruz, en el ejido La Esmeralda, ubicado en los límites de Coahuila y Nuevo León. Sus padres Miguel Ángel y Yahaira Berenice han recorrido cientos de kilómetros en cuatro estados para tener respuesta y dar con el paradero de hijo. Además han repartido cientos de fotografías del niño en Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí y Zacatecas.

Los padres del pequeño han gastado más de 100 mil pesos para encontrar a su hijo, quienes no pierden la esperanza de poder encontrarlo, y las autoridades sólo informan que siguen investigando el caso, pero sin ningún resultado.

Después de un mes de la desaparición del menor, la Secretaría de Gobernación (Segob) decidió desactivar la Alerta Amber, por lo que el padre del menor, Miguel Ángel Cardona, calificó como injusta la desactivación de la alarma: “no se me hace justo, no sé por qué la desactivaron si no hay ningún avance”.

[su_youtube url=”https://www.youtube.com/watch?v=xF9s6yMNI64″ width=”720″](((VIDEO)))[/su_youtube]