Celebremos la proeza

Por Mireille Roccatti

El pasado día 12 de octubre conmemoramos los 524 años del arribo del almirante de la Mar Océano, Cristóbal Colón, y sus marinos a la isla Guanahaní, en el continente americano, para él había llegado al continente asiático siguiendo una ruta occidental, en la búsqueda de las especies y su control comercial, sin saber que había llegado a un continente desconocido para los europeos en ese entonces.

El descubrimiento de estas nuevas tierras constituyó uno de los hechos más importantes de la historia mundial y condicionó la evolución política, social y económica del planeta, dado que construyó un nuevo equilibrio geopolítico y con la expoliación de sus riquezas naturales, minerales en especial, se financio un imperio en el cual “en sus confines, no se pone el sol”.

Para muchos no fue un descubrimiento, y afirman que desde la antigüedad se realizaban viajes desde la China cruzando el Océano Pacífico y que, en la Edad Media, afirman otros, llegaron expediciones nórdicas de los osados vikingos a la costa de Norteamérica, de quienes habría tomado referencia Colón durante sus travesías por el mar del norte, además de algunas cartografías antiquísimas de las que tomó conocimiento, en sus travesías por diferentes países europeos, especialmente en Portugal,  aderezado por relatos de náufragos que llegaban a las Canarias.

El caso es que al cerrarse la ruta de la seda por Medio Oriente y África, desde el siglo XV, portugueses y castellanos buscaron llegar al Oriente (las Indias), proveedor de especias y de productos de gran valor, mediante un camino alternativo a las rutas tradicionales del mediterráneo oriental. Los portugueses rodeando en navegación de cabotaje el continente africano. Colón, logró convencer después de años a la reina de Castilla Isabel “la Católica”. La coyuntura histórica del inicio de su viaje, coincide con el fin de la reconquista y la expulsión de los moros de la península y la expulsión de los judíos de los reinos de Castilla y Aragón.

La disputa por el dominio sobre las nuevas zonas de expansión y navegación, entre Castilla y Portugal se acordó mediante el Tratado de Tordesillas, ocupado por Alejandro Sexto, el Papa Borgia, y que separó las dos zonas de influencia: la occidental para Castilla y la oriental para Portugal. Así, la costa africana y el actual Brasil correspondió a los portugueses, y el resto de América a Castilla.

Luego vinieron más viajes del propio Colón y posteriormente de otros navegantes, pero Colón entró en conflicto con los reyes católicos y disputaron por las capitulaciones y títulos que le habían entregado como almirante, gobernador y el acceso a todas las riquezas por conquistarse. El resto de la historia merece capítulo aparte, pero es de todos conocido que los europeos conquistaron con la cruz y la espada los nuevos territorios, esclavizaron a los habitantes y saquearon sus riquezas. Quienes buscan una justificación expresan “que culpa fue del tiempo y no de España”, lo cual no es explicación satisfactoria y generó incluso en la propia España cambios jurídicos en el derecho de gentes y la sistematización del derecho internacional.

En ocasión de la celebración del 500 centenario de la llegada de Colón, hace 24 años, se buscó una categoría nueva de pensamiento y se acuñó el término de “encuentro de dos mundos”. Más allá de discusiones estériles, habrá que reconocer que hombres osados de la talla de Cristóbal Colón son pocos en la historia mundial; ¡celebremos, pues, su proeza!

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