Necesidad básica

A todos nos ha pasado que despertamos por algún ruido, para ir al baño o en ocasiones sin ningún motivo, y conciliar el sueño posteriormente es difícil y a veces imposible, por lo cual al otro día nos sentimos con cansancio, de mal humor y con poca concentración.

En algunas ocasiones, señaló la doctora Jacqueline Cortés, del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, esto se vuelve cotidiano y es cuando empezamos a tener consecuencias como cansancio, poca concentración o trastornos de sueño, como insomnio.

Nuestro cuerpo realiza durante el día y la noche una serie de cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo aproximado de 24 horas y que responden, principalmente, a la luz y la oscuridad, llamados ritmos circadianos.

Los ciclos circadianos son importantes para determinar los patrones de sueño en los seres humanos, los cuales obedecen a factores naturales del cuerpo, pero también se ven afectados por las señales del ambiente (sueño-vigilia). El sueño es una necesidad básica del organismo y su satisfacción nos permite la supervivencia. Todo lo que pasa en el cuerpo humano guarda un equilibrio, si no dormimos por una noche el cuerpo lo resiente durante el siguiente día.

El reloj principal del cuerpo controla la producción de melatonina, hormona que hace tener sueño. Dado que está ubicado justo sobre los nervios ópticos, que trasmiten la información de los ojos al cerebro, el reloj principal del cuerpo recibe información sobre la luz entrante. Cuando hay menos luz, como en la noche, reloj principal del cuerpo le dice al cerebro que elabore más melatonina para producir sueño.

dormir bien es vivir

El sueño pasa por cuatro etapas: fase 1, es el sueño ligero.  Se puede despertar fácilmente. En esta etapa, los ojos y músculos se relajan, cabeceamos y cerramos los ojos. Durante esta etapa, muchas personas experimentan contracciones musculares repentinas, precedidas de una sensación de estar cayendo. En la fase 2, ya es cuando nos dormimos, el 50 por ciento de toda la noche estamos en fase 2 del sueño. También es parte de la fase del sueño ligero, no descansamos, por lo que cualquier estímulo del ambiente nos puede despertar.  La fase 3, es más profunda, es reparadora. Es importante en niños y adolescentes porque en esta fase se secreta la hormona de crecimiento y los niños que duermen adecuadamente no solamente tienen un mejor sistema inmune, sino que crecen más. La fase 4 o movimientos oculares rápidos (es profunda y es donde soñamos). En el sueño profundo, no hay movimiento ocular o actividad muscular. Si despertamos a alguien en esta etapa puede recordar sus sueños.

Todas las fases son importantes para un buen descanso y tener un sueño reparador. La doctora Jacqueline Cortés explicó que las horas que dormimos y que genéticamente tenemos ya determinadas para dormir son heredadas, hay quienes con cinco horas de sueño pueden sentirse descansados, aunque la gran mayoría necesita dormir 7.5 horas para conseguir descanso, sin embargo, mencionó que hay personas que duermen entre 10 y 12 horas para descansar bien.

Cuando el sueño no es reparador empezamos a tener ciertos síntomas como cansancio, sueño, dolor de cabeza, bajo rendimiento físico, irritabilidad, mal humor, depresión, hipersensibilidad, entre otros. En este sentido existen tratamientos psicológicos y terapéuticos para ayudar a establecer una rutina para lograr un sueño reparador.

Dormir bien es vivir.